13 de mayo de 2021

Novena de Pentecostés | Día 1



ORACIONES PARA CADA DÍA DE LA NOVENA

Oración Inicial (por el nuevo Pentecostés de Amor, de la Venerable Marta Robin)




Señor, envía tu Espíritu y todo será creado, y renovarás la faz de la tierra.
Señor, renueva tu Primer Pentecostés. Concede, Jesús, a todos tus amados sacerdotes, la gracia del discernimiento de espíritus. Llénalos con tus dones, aumenta su amor, haz de ellos, apóstoles valientes y verdaderos santos entre los hombres.

Espíritu Santo, Dios de Amor, ven, como un viento poderoso a nuestras catedrales, a nuestras iglesias, a nuestras capillas, a nuestros cenáculos, en las casas más lujosas como en las casas más humildes. Llena toda la tierra con tu consuelo y amor.

Ven Espíritu de Amor, trae al mundo la frescura de tu fuego santificador. ¡Envuelve a todos los hombres en el resplandor de tu Gracia! Llévalos a todos al esplendor de tu Gloria, ven a reconfortarnos en el presente, tan pesado de ansiedad, aclara en futuro incierto de muchos, fortalece a los que todavía vacilan en los caminos divinos.

Espíritu de Luz, disipa todas las tinieblas en la tierra, guía todas las ovejas errantes al redil divino, perfora las nubes de tu misteriosa claridad, revélate a los hombres y este día será el anuncio de una nueva aurora.
Amén

Oración final (Veni Creator Spiritus)
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
llena con tu divina gracia,
los corazones que creaste.
Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego,
caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre; 
Tú, fiel promesa del Padre;
que inspiras nuestras palabras.
Ilumina nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé nuestro director y nuestro guía,
para que evitemos todo mal.
Por ti conozcamos al Padre,
al Hijo revélanos también;
Creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Paráclito,
por los siglos de los siglos. Amén.



 DÍA 1
EN EL PRINCIPIO...

de la Palabra de Dios (Génesis 1, 2)

“Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas”. 

Reflexión (San Juan Pablo II, “Dominum et vivificantem” #12)

“Así leemos ya en las primeras páginas del libro del Génesis: « En el principio creó Dios los cielos y la tierra ... y el Espíritu de Dios (ruah Elohim) aleteaba por encima de las aguas ». Este concepto bíblico de creación comporta no sólo la llamada del ser mismo del cosmos a la existencia, es decir, el dar la existencia, sino también la presencia del Espíritu de Dios en la creación, o sea, el inicio de la comunicación salvífica de Dios a las cosas que crea. Lo cual es válido ante todo para el hombre, que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios: « Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra ». « Hagamos », ¿se puede considerar que el plural, que el Creador usa aquí hablando de sí mismo, sugiera ya de alguna manera el misterio trinitario, la presencia de la Trinidad en la obra de la creación del hombre? El lector cristiano, que conoce ya la revelación de este misterio, puede también descubrir su reflejo en estas palabras. En cualquier caso, el contexto nos permite ver en la creación del hombre el primer inicio de la donación salvífica de Dios a la medida de su « imagen y semejanza », que ha concedido al hombre”

Oración (beata Concepción Cabrera de Armida)

¡Oh Espíritu Paráclito, bondad inefable, que suavísimamente abrasas las almas en fuego celestial! Aquí venimos tus hijos a implorar tu protección poderosa y todos tus dones, para emplearlos en saber amar a Jesús.
Ven a nuestra inteligencia para que reine en ella la luz purísima de Jesús.
Ven a nuestra voluntad para que en ella reine la santidad de Jesús.
Ven a nuestro corazón para que en él reine el amor a Jesús.
Ven, por fin, a nuestro ser, para que lo absorba la vida divina de Jesús.
Tú que eres la fuente de gracia, derramala abundantemente en nuestros corazones.
¡Oh divino Espíritu, fuente de infinita pureza!, límpianos del pecado, renueva nuestras almas en Cristo y escucha propicio las peticiones que ahora te hacemos. Amén.


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