17 de febrero de 2022

Treintena de San José

"San José fue adornado con todos los carismas; es decir, con todos los dones, gracias y excelencias con que Dios omnipotente ha favorecido a todos los Santos: un espejo tersísimo para reflejar con celestial exactitud la santidad misma de Jesús y María. Obscura fue su misión, sí, pero sublime. ¡Tenía que ocultar a la misma «Luz del mundo»; tenía que velar el inefable misterio de la virginal maternidad de María; tenía que prestar singulares servicios y vivir asociado a las Tres Personas divinas! ¡Oh altísima misión, nunca meditada lo bastante!"
(Beata Concepción Cabrera de Armida)


Hoy,  17 de febrero, comenzamos la treintena a san José. Son 30 días que nos preparan para su Solemnidad que es el 19 de marzo. Durante estos 30 días confiamos a su intercesión nuestras intenciones y le presentamos nuestras acciones de gracias. Todos los días se reza la siguiente oración:

TREINTENA DE SAN JOSÉ

¡Amado San José! Desde mi pequeñez y dolor y ansiedad, te contemplo con emoción y alegría en el cielo, donde resides con los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, alegría de los tristes, amparo de los desvalidos, gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios.

Por eso yo, pobre, desvalido, frágil y necesitado, te dirijo hoy y siempre mis tristezas y alegrías, mis ruegos y súplicas, mis arrepentimientos y mis esperanzas; y hoy especialmente traigo ante tu imagen un sufrimiento que consolar, un mal que remediar, una desgracia que impedir, una necesidad que resolver, una gracia que obtener para mí y para mis seres queridos.

Y para animarte aún más a oírme y obtenérmelo, te lo pediré durante estos treinta días, urgente y confiadamente, recordando los hitos que en tu vida marcaron tu fidelidad a toda prueba, y que son los motivos que tengo para esperar que no demores en responder a nuestra necesidad.

1. Te lo pido por la bondad divina que movió al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, Dios Hombre, el Señor Jesús.

2. Te lo pido por la prontitud con la que respondiste al llamado de ser Padre adoptivo del Señor Jesús y Casto esposo y custodio de nuestra Santa Madre.

3. Te lo pido por tu fortaleza discreta y silenciosa con la que buscaste un establo para cuna de Dios, nacido entre los hombres, que le obligan a nacer entre animales.

4. Te lo imploro por la pronta obediencia con la que impusiste al Reconciliador el Santo Nombre de Jesús, por disposición del Eterno para consuelo, amor y esperanza nuestra.

5. Te lo suplico por el dolor heroicamente aceptado al oír del Ángel la muerte decretada contra tu Hijo Dios, y por tu valerosa huida a Egipto, por los sufrimientos del camino, por la pobreza del destierro, y por las inseguridades del retorno a Nazaret.

6. Te lo pido por tu aflicción dolorosa de tres días al perder a tu Hijo, y por tu alegría intensa y discreta al encontrarle en el templo; por el gozo inefable de los treinta años que viviste en Nazaret con Jesús y María sujetos a tu autoridad y providencia.

7. Te lo ruego por el heroico sacrificio con que aceptaste la misión del Señor Jesús: la cruz y la muerte por nuestra reconciliación.

8. Te lo imploro por el heroico desprendimiento con el que todos los días contemplabas aquellas manos infantiles que serían taladradas un día en la Cruz; aquella cabeza que se reclinaba sobre tu pecho que sería coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabas contra tu corazón, que sería extendido en la Cruz.

9. Te lo pido por tu tránsito de esta vida y tu entrada al Cielo, donde tienes tu trono de poder.

10. Te lo suplico por tu gozo cuando contemplaste la Resurrección del Señor Jesús, su ascenso a los Cielos y su trono de Rey inmortal por los siglos.

11. Te lo pido por la dicha con la que contemplaste ser ascendida a los Cielos por los ángeles a tu santísima Esposa y coronada por el Eterno como Reina y Señora de todo lo creado.

12. Te lo ruego y espero confiadamente por tus trabajos, dolores y sacrificios en la tierra, y por tus triunfos y tu bienaventuranza en el Cielo con tu Hijo Jesús y con Santa María.

¡Oh mi buen San José! Yo, inspirado en la fe de la Santa Iglesia y en comunión con el sentir universal del pueblo cristiano, siento en mí la confiada fuerza, que me alienta a pedirte, suplicarte y esperar me obtengas de Dios la gracia que voy a poner ante esta imagen en la tierra y ante tu trono en el Cielo: la espero, Santo Patriarca.

(Aquí, levantado el corazón a lo alto, se pide al Santo la gracia que se desea)

Origen y explicación de esta teintena
Este texto está tomado de un folleto del jesuita  J. Santillana, impreso en la Ciudad de Buenos Aires:

"Basta la lectura de esta Oración para tenerla como muy cristiana y teológica y como muy recomendable y eficaz para conmover ese poder y bondad del Santo Patriarca y para alcanzar por su medio las gracias más difíciles y extraordinarias.

Las razones de esta afirmación son las siguientes:

a) La materia doctrinal de esa Oración es la más teológica y completa.

b) El fin general de ella, el más devoto y grato al Santo: honrar la memoria de los treinta años que vivió con Jesús y María en la tierra.

e) Los títulos que se invocan, poderosísimos para mover el corazón del Santo.

d) La forma ferviente en que está escrita es de fe vivísima, de ternura sensible, y de urgente e irresistible instancia... Es el alma toda la que en todas sus frases pide y suplica, gime y llora, conmueve y triunfa de las resistencias del mismo Dios.

e) Y si a todo se añade la insistencia y perseverancia durante treinta días en tan larga y vehemente súplica del alma, no será temerario afirmar según el dogma católico que es una oración teológica y cristiana, eficaz e irresistible.

f) No hay en ella nada de superstición o revelación o infalibilidad o algo imposible o impropio. Por el contrario lo que se pide y se confía conseguir es sencillamente algo muy conveniente y necesario; aunque difícil y extraordinario; pero nada de milagros infalibles y a plazos fijos y por modos y prácticas supersticiosas. Todo está fundado en el dogma católico de la oración e intercesión de los Santos, y en la creencia y confianza del pueblo cristiano en el poder y bondad del Santo Patriarca.

La práctica de esta devoción ha de ser muy sencilla. Récese la oración treinta días consecutivos, y será más eficaz rezarla ante la imagen o altar del Santo; pero cuando eso no sea posible, puede rezarse en la casa particular. Se recomienda mucho la comunión, al menos los miércoles de esos treinta días. Finalmente se ruega que se dé cuenta de las gracias obtenidas".

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