25 de febrero de 2021

Reflexiones para la Cuaresma (II)

Compartimos la segunda parte de la Carta de Cuaresma 2021, escrita por el Papa Francisco.

La esperanza como “agua viva” que nos permite continuar nuestro camino

La samaritana, a quien Jesús pide que le dé de beber junto al pozo, no comprende cuando Él le dice que podría ofrecerle un «agua viva» (Jn 4,10). Al principio, naturalmente, ella piensa en el agua material, mientras que Jesús se refiere al Espíritu Santo, aquel que Él dará en abundancia en el Misterio pascual y que infunde en nosotros la esperanza que no defrauda. Al anunciar su pasión y muerte Jesús ya anuncia la esperanza, cuando dice: «Y al tercer día resucitará» (Mt 20,19). Jesús nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par. Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor. Significa saciarnos del perdón del Padre en su Corazón abierto.

En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación. El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras que nosotros a menudo la maltratamos (cf. Carta enc. Laudato si’, 32-33;43-44). Es esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: «Os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20). Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad.

En la Cuaresma, estemos más atentos a «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian» (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 223). A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser «una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia» (ibíd., 224).

En el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura.

Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1-6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, “dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15).


La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza.

La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad… La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión.

«A partir del “amor social” es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos» (FT, 183).

La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. Así sucedió con la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta Elías (cf. 1 R 17,7-16); y con los panes que Jesús bendijo, partió y dio a los discípulos para que los distribuyeran entre la gente (cf. Mc 6,30-44). Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez.

Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: «No temas, que te he redimido» (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo.


«Sólo con una mirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura y, por lo tanto, verdaderamente integrados en la sociedad» (FT, 187).

Queridos hermanos y hermanas: Cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar. Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre.

Mensaje del 25 de febrero 2021


MENSAJE DE LA REINA DE LA PAZ
DADO EL 25 DE FEBRERO DE 2021 EN MEDJUGORJE

 “¡Queridos hijos! También hoy Dios me ha permitido estar con ustedes para invitarlos a la oración y al ayuno. Vivan este tiempo de gracia y sean testigos de esperanza, porque les repito, hijitos: con la oración y el ayuno incluso las guerras pueden ser suprimidas. Hijitos, crean y vivan en la fe y con la fe este tiempo de gracia; mi Inmaculado Corazón no abandona a ninguno de ustedes en el desasosiego si recurre a mí. Intercedo por ustedes ante el Altísimo y oro por la paz en sus corazones y por la esperanza en el futuro. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

23 de febrero de 2021

Reflexiones para la Cuaresma (I)

 Les compartimos el siguiente texto, tomado de la Carta del Papa Francisco para la Cuaresma 2021, para reflexionar en este tiempo cuaresmal, tiempo de oración y conversión del corazón.

"Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, recordemos a Aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8). En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo. En la noche de Pascua renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, para renacer como hombres y mujeres nuevos, gracias a la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, el itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo.

El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante".

La fe nos llama a acoger la Verdad y a ser testigos, ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas.

En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestó en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que la Iglesia nos transmite de generación en generación. Esta Verdad no es una construcción del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o ilustres, sino que es un mensaje que recibimos y podemos comprender gracias a la inteligencia del corazón, abierto a la grandeza de Dios que nos ama antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ello. Esta Verdad es Cristo mismo que, asumiendo plenamente nuestra humanidad, se hizo Camino —exigente pero abierto a todos— que lleva a la plenitud de la Vida.

El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento. Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y puesto en práctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al prójimo en cuanto, como nos enseña santo Tomás de Aquino, el amor es un movimiento que centra la atención en el otro considerándolo como uno consigo mismo (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 93).

La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23). Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador.



21 de febrero de 2021

La revelación de la imagen de la Divina Misericordia

Imagen original, pintada por
Eugene Kazimierowski según las indicaciones
de santa Faustina. 
 El 22 de febrero de 1931 tuvo lugar la aparición en la que Jesús le reveló a santa María Faustina Kowalska la imagen de la Divina Misericordia. Este año 2021, se cumplen 90 años de esta revelación. 

El Papa Francisco, en el Ángelus del 21 de febrero de 2021 nos dijo: “Hace noventa años, el Señor Jesús se manifestó a Santa Faustina Kowalska, confiándole un mensaje especial de la Divina Misericordia. A través de San Juan Pablo II, ese mensaje ha llegado a todo el mundo, y no es otro que el Evangelio de Jesucristo, muerto y resucitado, que nos da la misericordia del Padre. Abramos nuestro corazón a él, diciendo con fe: "Jesús, en vos confío”

Ella nos narra en su diario "La Divina Misericordia en mi Alma", en el #47:

"Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor, mi alma estaba llena del temor, pero también de una gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo:
"Pinta una imagen según el modelo que vez, y firma: Jesús, en vos confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero. Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo Mismo la defenderé como Mi gloria".

Cuando le dije al confesor recibí como respuesta que eso se refería a mi alma. Me dijo: "Pinta la imagen de Dios en tu alma. Cuando salí del confesionario, oí nuevamente estas palabras: "Mi imagen está en tu alma. Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo deber ser la Fiesta de la Misericordia.
Deseo que los sacerdotes proclamen esta gran misericordia que tengo a las almas pecadoras. Que el pecador no tenga miedo de acercase a Mi. Me queman las llamas de la misericordia, deseo derramarlas sobre las almas humanas".

Jesús se quejó conmigo con estas palabras: "La desconfianza de las almas desgarra Mis entrañas. Aún mas Me duele la desconfianza de las almas elegidas; a pesar de Mi amor inagotable no confían en Mí. Ni siquiera Mi muerte ha sido suficiente para ellas. ¡Ay de las almas que abusen de ella!"

Otros pasajes en los que Jesús nos habla de esta imagen:

"Deseo que esta imagen sea expuesta en público el primer domingo después de Pascua de Resurrección. Ese domingo es la Fiesta de la Misericordia. A través del Verbo Encarnado doy a conocer el abismo de Mi misericordia". (#88)

Imagen pintada por Adolf Hyła en 1942
por encargo de las Hermanas de la
Congregación a la que perteneció
santa Faustina. 
"Una vez, cuando estaba en [el taller] de aquel pintor que pintaba esa imagen, vi. que no era tan bella como es Jesús. Me afligí mucho por eso, sin embargo lo oculté profundamente en mi corazón.
Cuando salimos del taller del pintor, la Madre Superiora  se quedó en la ciudad para solucionar diferentes asuntos, yo volví sola a casa. En seguida fui a la capilla y lloré muchísimo. ¿Quién te pintará tan bello como Tú eres? Como respuesta oí estas palabras: "No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen, sino en Mi gracia". (#313)

"Una vez Jesús me dijo: "Mi mirada en esta imagen es igual a la mirada en la cruz".
 Una vez el confesor me preguntó cómo debía ser colocada la inscripción, ya que todo eso no
cabía en la imagen. Contesté que rezaría y que daría la respuesta la semana siguiente. Al alejarme del confesionario, y pasando cerca del Santísimo Sacramento, recibí el entendimiento interior de cómo debía ser la inscripción. Jesús me recordó lo que me había dicho la primera vez, es decir, que estas tres palabras debían ser puestas en evidencia. Las palabras son éstas: Jesús, en Ti confío. Entendí que Jesús deseaba que fuera colocada esa frase, pero además de estas palabras no daba otras órdenes precisas. "Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese recipiente es esta imagen con la firma: Jesús, en vos confío". (#326-327)

"Cuando esta imagen fue expuesta, vi un vivo movimiento de la mano de Jesús que trazó una gran señal de la cruz. Por la noche del mismo día, al acostarme, vi. que la imagen estaba pasando sobre una ciudad y aquella ciudad estaba cubierta de redes y de trampas. Jesús, al pasar cortó todas las redes y por fin trazó una gran señal de la santa cruz y desapareció. Y yo me vi. rodeaba de muchas figuras malignas que ardían de gran odio hacia mí. De sus bocas salían diferentes amenazas, pero ninguna me tocó. Después de un momento esa visión desapareció, pero no pude dormirme durante mucho tiempo.
El viernes, cuando estaba en Ostra Brama durante las solemnidades en las cuales fue expuesta esta imagen, estuve presente en la homilía que dijo mi confesor; la homilía fue sobre la Divina Misericordia, fue la primera de las que exigía el Señor Jesús desde hacia mucho tiempo. Cuando empezó a hablar de esta gran misericordia del Señor, la imagen tomó un aspecto vivo y los rayos penetraron en los corazones de las personas reunidas, pero no en grado igual, unos recibieron más y otros menos. Una gran alegría inundo mi alma viendo la gracia de Dios. Entonces oí estas palabras: "Tú eres testigo de Mi misericordia, por los siglos estarás delante de Mi trono como un vivo testigo de Mi misericordia".  (#416-417)

"Pido se rinda culto a Mi misericordia con la solemne celebración de esta Fiesta y con el culto a la imagen que ha sido pintada. A través de esta imagen concederé muchas gracias a las almas; ella ha de recordar a los hombres las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte (163) que sea, es inútil" (#742)


CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA
(se reza con un rosario tradicional, fue revelada por Jesús a santa Faustina)

Al iniciar:  Oh Sangre y Agua, que brotaste del Corazón de Jesús, como un fuente de Misericordia para nosotros, en vos confío. 

Padrenuestro, Avemaría y Credo.

En las cuentas del Padrenuestro: Padre Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.

En las cuentas del Avemaría (10 veces): Por su Dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al finalizar los 5 misterios (3 veces) Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

Mensajes y Promesas  de Jesús sobre esta Coronilla

"Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la ultima tabla de salvación. Hasta el pecador mas empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia". (#687)

"Promesa del Señor: "A las almas que recen esta coronilla, Mi misericordia las envolverá en la vida y especialmente a la hora de la muerte" (#754)

"Al día siguiente, pasado ya el mediodía, cuando entré en la sala vi a una persona agonizante y supe que la agonía había empezado en la noche. Después de haberlo verificado supe que había sido cuando se me pidió rezar. De repente oí en el alma la voz: "Reza la coronilla que te he enseñado". Corrí a buscar el rosario y me arrodillé junto a la agonizante y con todo el ardor de mi espíritu me puse a rezar esta coronilla. De súbito la agonizante abrió los ojos y me miró, y no alcancé a rezar toda la coronilla porque ella murió con una misteriosa serenidad. Pedí ardientemente al Señor que cumpliera la promesa que me había dado por rezar la coronilla. El Señor me hizo saber que aquella alma recibió la gracia que el Señor me había prometido. Aquella alma fue la primera en experimentar la promesa del Señor. Sentí cómo la fortaleza de la misericordia cubría aquella alma.

Al entrar en mi soledad, oí estas palabras: "Defenderé como Mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca del agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo". (#810-811)

"Mientras rezaba la coronilla, de repente, oí una voz: Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta coronilla; las entrañas de Mi misericordia se enternecen por quienes rezan esta coronilla. Anota estas palabras, hija Mía, habla al mundo de Mi misericordia para que toda la humanidad conozca la infinita misericordia Mía. Es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el día de la justicia. Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia, se beneficien de la Sangre y del Agua que brotó para ellos". (#848)


Santa Faustina Kowalska ¡ruega por nosotros!
© Centro María Reina de la Paz - Argentina



18 de febrero de 2021

Santos Francisco y Jacinta de Fátima

 El 20 de febrero la Iglesia celebra la fiesta litúrgica de los santos Jacinta y Francisco Marto, los niños videntes de la Virgen María en Fátima, Portugal, en 1917. 

Francisco nació el 11 de junio de 1908, fue bautizado el 20 de junio. Jacinta nació el 5 de marzo de 1910 y fue bautizada el 19 de ese mes. Los dos nacieron en Aljustrel. Eran los más pequeñitos de una familia de siete hijos. Recibieron desde pequeños la educación cristiana y se hicieron pastores de las ovejas que tenía su familia. Ellos acompañaban a su prima Lucía quien también era pastora. Junto a ella, recibieron las apariciones del Ángel en 1916 y los 13 de cada mes en 1917 de mayo a octubre. Estas experiencias transformaron de forma definitiva las vidas de los santos Francisco y Jacinta, ya que supuso un cambio de costumbres, de pensamiento, de amar. Cada uno de los dos lo hará de manera distinta. 

Por parte de Jacinta, la visión del infierno la hace pensar en los pecadores, a quienes quiere convertir y ofrece permanentemente oraciones y sacrificios, como pidieron el Ángel y la Virgen María, por su conversión. También lo hace por el Santo Padre, “el Obispo vestido de blanco”, que ven en la visión del ‘tercer secreto’.  Ofreció también su enfermedad y confió a Lucía: “Sufro mucho, pero lo ofrezco todo por la conversión de los pecadores,
para reparar el Inmaculado Corazón de María y también por el Santo Padre
” y antes de morir dijo: “En el Cielo amaré mucho a Jesús y al Inmaculado Corazón de María”. Según cuenta Lucía, Jacinta recibió apariciones y mensajes por parte de la Virgen posteriores a las de 1917 que contenían algunas advertencias y pedidos específicos. En ellos hace referencia a las modas, a la Iglesia y a la paz mundial. 

Por otra parte, Francisco estaba constantemente dedicado a consolar a Nuestro Señor Jesucristo, a “Jesús escondido” como llamaban a la Eucaristía los pequeños de Fátima. La Santísima Virgen María le pidió a Francisco que “rezara muchos rosarios”, para poder ir al Cielo. Él decía a su prima Lucía: “Me gusta mucho más consolar al Señor. ¿No viste cómo la Virgen, el último mes, se puso tan triste cuando dijo que no ofendieran a Dios, nuestro Señor, que ya estaba muy ofendido? Yo quiero consolar al Señor y después convertir a los pecadores, para que no lo ofendan más”. Rezaba constantemente y mucho en la solead del monte, donde acompañaba a ‘Jesús escondido’ en el Sagrario de la Parroquia de Fátima.

Tanto Francisco como Jacinta contrajeron la gripe española. Francisco murió santamente el 4 de abril de 1919 por la noche, con apenas 10 años, ofreciendo su enfermedad para consolar a Jesús.  Jacinta falleció el 20 de febrero de 1920 con 9 años. 

En el año 2000, el 13 de mayo, el Papa San Juan Pablo II beatificó a los pastorcitos, en presencia de la Hna. Lucía de Fátima. 17 años después, en el Centenario de las Apariciones de la Virgen María en Fátima, el Papa Francisco canonizó a los pequeños videntes.


Extractos de la homilía de San Juan Pablo II en la beatificación de Francisco y Jacinta

"Lo que más impresionaba y absorbía al (san) beato Francisco era Dios en esa luz inmensa que había penetrado en lo más íntimo de los tres. Además sólo a él Dios se dio a conocer "muy triste", como decía. Una noche, su padre lo oyó sollozar y le preguntó por qué lloraba; el hijo le respondió: "Pensaba en Jesús, que está muy triste a causa de los pecados que se cometen contra él". Vive movido por el único deseo -que expresa muy bien el modo de pensar de los niños- de "consolar y dar alegría a Jesús".

En su vida se produce una transformación que podríamos llamar radical; una transformación ciertamente no común en los niños de su edad. Se entrega a una vida espiritual intensa, que se traduce en una oración asidua y ferviente y llega a una verdadera forma de unión mística con el Señor. Esto mismo lo lleva a una progresiva purificación del espíritu, a través de la renuncia a los propios gustos e incluso a los juegos inocentes de los niños.

Soportó los grandes sufrimientos de la enfermedad que lo llevó a la muerte, sin quejarse nunca. Todo le parecía poco para consolar a Jesús; murió con una sonrisa en los labios. En el pequeño Francisco era grande el deseo de reparar las ofensas de los pecadores, esforzándose por ser bueno y ofreciendo sacrificios y oraciones. Y Jacinta, su hermana, casi dos años menor que él, vivía animada por los mismos sentimientos".

"La pequeña Jacinta sintió y vivió como suya esta aflicción de la Virgen, ofreciéndose heroicamente como víctima por los pecadores. Un día -cuando tanto ella como Francisco ya habían contraído la enfermedad que los obligaba a estar en cama- la Virgen María fue a visitarlos a su casa, como cuenta la pequeña: "Nuestra Señora vino a vernos, y dijo que muy pronto volvería a buscar a Francisco para llevarlo al cielo. Y a mí me preguntó si aún quería convertir a más pecadores. Le dije que sí". Y, al acercarse el momento de la muerte de Francisco, Jacinta le recomienda: "Da muchos saludos de mi parte a nuestro Señor y a nuestra Señora, y diles que estoy dispuesta a sufrir todo lo que quieran con tal de convertir a los pecadores". Jacinta se había quedado tan impresionada con la visión del infierno, durante la aparición del 13 de julio, que todas las mortificaciones y penitencias le parecían pocas con tal de salvar a los pecadores.

Jacinta bien podía exclamar con san Pablo: "Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1, 24). El domingo pasado, en el Coliseo de Roma, conmemoramos a numerosos testigos de la fe del siglo XX, recordando las tribulaciones que sufrieron, mediante algunos significativos testimonios que nos han dejado. Una multitud incalculable de valientes testigos de la fe nos ha legado una herencia valiosa, que debe permanecer viva en el tercer milenio. Aquí, en Fátima, donde se anunciaron estos tiempos de tribulación y nuestra Señora pidió oración y penitencia para abreviarlos, quiero hoy dar gracias al cielo por la fuerza del testimonio que se manifestó en todas esas vidas. Y deseo, una vez más, celebrar la bondad que el Señor tuvo conmigo, cuando, herido gravemente aquel 13 de mayo de 1981, fui salvado de la muerte. Expreso mi gratitud también a la beata Jacinta por los sacrificios y oraciones que ofreció por el Santo Padre, a quien había visto en gran sufrimiento." 

"Yo te bendigo, Padre, porque has revelado estas verdades a los pequeños". La alabanza de Jesús reviste hoy la forma solemne de la beatificación de los pastorcitos Francisco y Jacinta. Con este rito, la Iglesia quiere poner en el candelero estas dos velas que Dios encendió para iluminar a la humanidad en sus horas sombrías e inquietas. Quiera Dios que brillen sobre el camino de esta multitud inmensa de peregrinos y de cuantos nos acompañan a través de la radio y la televisión.
Que sean una luz amiga para iluminar a todo Portugal y, de modo especial, a esta diócesis de Leiría-Fátima.

13 de febrero de 2021

Santa Faz de Jesús

 El martes 16 de febrero, día anterior al Miércoles de Ceniza, la Iglesia celebra la fiesta de la Santa Faz de Jesús, o del Divino Rostro. Esta fiesta fue pedida por el mismo Jesús a una religiosa, la beata Madre Pierina de Micheli. Aquí les dejamos una breve reseña de la historia y mensajes de la devoción al Rostro del Señor. Para profundizar, pueden leer el libro virtual gratuito "La Santa Faz de Jesús", haciendo click aquí



Revelaciones a Sor María de San Pedro 

El Señor le reveló a sor María de San Pedro, una monja del Carmelo de Tours, una serie de pedidos y mensajes referidos a la reparación a su Santa Faz y a la reparación por la profanación de su Santo Nombre por las blasfemias y por todos los que no santificaban el Domingo, día del Señor. Es llamativo que dichos mensajes son contemporáneos a la aparición de Nuestra Señora en La Salette, donde la Virgen llora por la profanación del día del Señor.

El 11 de octubre de 1845 Jesús le dice a Sor María: “Busco Verónicas para consolar y venerar mi Divina Faz, que tiene pocos adoradores” y le dictó la siguiente oración: “Padre Eterno, te ofrezco la Adorable Faz de tu Amado Hijo Jesús por el honor y la gloria de tu nombre, para la conversión de los pecadores y la salvación de los moribundos”.

Otros mensajes fueron:
Con la piedra preciosa de mi santa Humanidad, que es mi rostro adorable, ustedes obtendrán el Reino de los Cielos cuando quieran” (22/10/1845)

“Si ustedes supieran qué agradable es a mi Padre la contemplación de mi Rostro”.

Esta Faz ultrajada aparecerá un día gloriosa y sus enemigos serán aniquilados para siempre. los demonios serán lanzados a las tinieblas y la Santa Faz reinará sobre la Tierra

“El Tesoro de mi Divino Rostro en sí mismo posee un valor tan extraordinario que por
medio de Él todos los asuntos de mi Casa se arreglan rápidamente”

Los pecadores son arrebatados de este mundo y son arrojados en el infierno como el polvo que es arrastrado por la furia de un tornado. ¡Tengan piedad de sus hermanos y oren por ellos!

También a sor María le reveló el peligro del comunismo para la sociedad y la Iglesia, vale decir que en estos tiempos las ideas comunistas eran más bien desconocidas, el nefasto “manifiesto comunista” de Marx, donde se agruparán estas ideologías recién vio la luz en 1848.

Fue en 1843 que Jesús le dijo: “Quien contempla mi Rostro, me consuela”. También reveló la “flecha de oro”; una oración de reparación y amor al Padre por medio de Jesús. Esta oración es para reparar las blasfemias y le dice "flecha de oro" porque traspasa el Corazón de Jesús con tanto amor que repara todo. Esta es la oración:
“Que el más santo, más sagrado, más adorable, más incomprensible e inefable Nombre de Dios sea por siempre alabado, bendecido, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la tierra y bajo la tierra, por todas las criaturas de Dios y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén”

Jesús le reveló una serie de promesas a quienes contemplaran, repararan y consolaran su Santa Faz, llena de dolor y agravios por los pecados del mundo entero. Las promesas son las siguientes:

1. Al ofrecer Mi Rostro a Mi Padre Eterno, nada será negado y se obtendrá la conversión de muchos pecadores.
2. Por Mi Divino Rostro se harán milagros, se aplacará la ira de Dios y atraerá del Cielo Misericordia sobre los pecadores.
3. Todos aquellos que honren Mi Divino Rostro en espíritu de reparación, realizarán, al hacerlo, el oficio de la piadosa Verónica.
4. Con el mismo cuidado que tengan en hacer reparación a Mi Rostro, desfigurado por las blasfemias, cuidaré de sus almas que han sido desfiguradas por el pecado.
5. Volveré Mi Rostro, es el Sello de la Divinidad que tiene la virtud de reproducir en las almas la Imagen de Dios.
6. Quienes defiendan Mi Causa en la Obra de Reparación, por medio de palabras, oraciones o escritos, especialmente Mis Sacerdotes, Yo los defenderé ante Mi Padre y les daré Mi Reino.
7. Así como en un reino puedes procurar todo lo que deseas a través de una moneda grabada con la efigie del rey, en el Reino de los Cielos obtendrás todo lo que desees con la moneda preciosa de Mi Divino Rostro.
8. Quienes contemplen en la Tierra las Heridas de Mi Rostro, en el Cielo lo contemplarán radiante de
gloria.
9. Recibirán en sus almas una irradiación brillante y constante de Mi Divinidad, que por su semejanza
10. Mi Rostro los hará brillar en el Cielo con particular esplendor

Por mucho tiempo, el Obispo de Tours prohibió la difusión de los mensajes y revelaciones que recibió sor María de San Pedro. Pero aun así, un hombre santo llamado Leo Dupont mantuvo encendida la llama de la devoción a la Santa Faz. En su propia casa entronizó una imagen del Rostro de Jesús y encendió ante él una lámpara de aceite. Al tiempo, el lugar se convirtió en un centro de peregrinación de mucha gente y se fueron propagando las milagrosas curaciones que ocurrían a las personas que se ungían con el aceite de la lámpara, como así también muchas personas que rezaban ante la imagen de Cristo que acudían después a la confesión. Poco antes de la muerte de Dupont, el obispo fue cambiado y autorizó la difusión de las revelaciones de sor María de San Pedro. Una vez fallecido el señor Dupont, su casa se transformó en oratorio y allí se siguió venerando la imagen de la Santa Faz. Tanto los restos de Sor María de San Pedro como los de Leo Dupont se encuentran en la Capilla de la rue Ettiene, el oratorio de la casa del Sr. Dupont. En dicho oratorio se encontraba también la Cofradía de la Santa Faz. Fueron miembros de dicha cofradía los miembros de la familia de santa Teresita de Lisieux: san Luis Martin, su padre, ella misma y su hermana Celina. Teresita y Celina tomarán de apellido religioso "de la Santa Faz", por la devoción que le tenían.

Revelaciones a la beata Madre Pierina de Micheli

Cuando aún solo tenía 12 años, la beata Pierina Micheli (1890-1945), Jesús le habló durante la celebración litúrgica del Viernes Santo de 1902, en el momento en que se venera a Jesús Crucificado le dijo: “¿Nadie me da un beso de amor en el Rostro para reparar el beso de Judas?”. En su simplicidad, pensó que todos habían oido aquella voz, pero todos seguían besando las llagas de
los pies de Jesús y no su rostro. Ella le dijo en su corazón: “Yo te doy el beso de amor. ¡oh Jesús! ten paciencia” y llegado su turno, besó con todo su amor el rostro de Jesús en la cruz.

Ingresó años más tarde en la Congregación de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, fundada por la monja argentina, sierva de Dios Eufrasia Iaconis. Siendo novicia, en la adoración Eucarística del Jueves al Viernes Santo de 1915, oye la voz de Jesús desde el crucifijo que le dice que lo bese. Al hacerlo, en vez de sentir la estatua, siente un rostro humano.
Más adelante, en 1936 Jesús le da el siguiente mensaje: “Cada vez que se contemple mi Rostro, derramaré mi amor en los corazones y por medio de mi Santa Faz se obtendrá la salvación de muchas almas”. También le dice en otra ocasión: “Puede ser que algunas almas teman que la devoción a mi Divino Rostro disminuya la de mi Sagrado Corazón. Diles que es al contrario, esta será aumentada y completada. Contemplando mi Rostro, las almas participan de mis penas y sentirán el deseo de amar y reparar. ¿No es acaso esta la devoción a mi Corazón?”


Los mensajes se intensifican a lo largo de los años. Es en 1938 que se le aparece la Virgen María junto al altar, en sus manos llevaba un escapulario de dos piezas de tela de color blanco, unidas por un cordón. De un lado del escapulario estaba la imagen del Rostro de Jesús, alrededor de él decía: “Ilumina Domine Voltum tuum super nos” (Ilumina, Señor, tu Rostro sobre nosotros) y del otro lado una Hostia rodeada de rayos y con la frase: “Mane nobiscum Domine” (Quédate con nosotros, Señor). La Virgen se acerca y le dice: “Escucha bien y dile a tu confesor: este Escapulario es un arma de defensa, un escudo de fortaleza, una prueba de la misericordia que Jesús quiere dar al mundo en estos tiempos de sensualidad y de odio hacia Dios y la Iglesia. Los verdaderos apóstoles son pocos, es necesario un remedio divino y este remedio es el Divino Rostro de Jesús. Todos los que lleven este Escapulario y hagan, si es posible, todos los martes, una visita al Santísimo Sacramento para reparar los ultrajes que recibió el Divino Rostro de Jesús durante la Pasión y que recibe diariamente en la
Eucaristía, serán fortalecidos por la fe, prontos a defenderla y a superar todas las dificultades internas y externas. Además tendrán una muerte serena bajo la mirada amable de mi Divino Hijo” En ese momento se aparece Jesús sangrante y con tristeza. Le dice: “¿Ves cómo sufro? Y sin embargo soy comprendido por poquísimos. ¡Cuántas ingratitudes de aquellos que dicen amarme! He dado mi Corazón como objeto sensibilísimo de mi gran amor por los hombres y doy mi Rostro como objeto sensible de mi dolor por los pecados de los hombres. Quiero que sea honrado con una fiesta particular, el martes previo al Miércoles de Ceniza. Fiesta que será precedida por una novena en que todos los fieles reparen conmigo, uniéndose a la participación en mi dolor”

En 1939 nuevamente Jesús le dice: “Quiero que mi rostro sea honrado de un modo particular el martes”.
Madre Pierina no consigue hacer escapularios de la Santa Faz sino medallas, como la conocemos en la actualidad. Para consolarla, la Virgen se le aparece y le dice: “Hija mía, tranquilízate, porque el escapulario quedará suplido por la medalla, con las mismas promesas y favores… Solo hace falta difundirla más. Ahora anhelo la fiesta del Santo Rostro de mi Divino Hijo, díselo al Papa pues tanto me apremia”, la bendijo y se fue.
Fotografía de Bruner, que veneraba la 
beata Madre Pierina.

La medalla de la Santa Faz recuerda las palabras de Jesús a sor María de San Pedro, cuando en una de las promesas le dice: “Así como en un reino puedes procurar todo lo que deseas a través de una moneda grabada con la efigie del rey, en el Reino de los Cielos obtendrás todo lo que desees con la
moneda preciosa de Mi Divino Rostro”.

Algunos otros textos de la beata Madre Pierina para reflexionar sobre la devoción: en 1920, la Madre Pierina se encontraba en Buenos Aires, Argentina. Ella relata: “Tenía una gran amargura en el corazón. Fuí a la Iglesia y prorrumpí en llanto lamentándome con Jesús. Se me presentó con el Rostro ensangrentado y con una expresión de dolor tal que conmoverá a cualquiera. Con una ternura que jamás olvidaré me dijo: “Y yo, ¿qué he hecho?” Comprendí… y a partir de ese día el Divino Rostro se convirtió en mi libro de meditación, la puerta de entrada a su Corazón… De tanto en tanto, en los años siguientes se me aparecía ya triste, ya ensangrentado, comunicándome sus penas y pidiéndome reparación y sufrimientos, llamándome a inmolarme ocultamente por la salvación de las almas”

En 1942, relata: “Anoche en la Capilla le dije a Jesús: “Jesús quiero ser tu gloria y tu alegría”. Y Jesús me respondió. “Ven. Te necesito. Hoy he buscado el gozo en tantos corazones y me fue negado”.
“Dime, Jesús, ¿Qué debo hacer para suplir los rechazos que tuviste?” Jesús, envuelto en ternura, me respondió: “¿Quieres gozar las dulzuras de la unión conmigo o sentir la pena de mi corazón por los pecados de los hombres?”. “Lo que Tú quieras, Jesús”. Y mi alma instantáneamente participó del dolor de su corazón, dolor imposible de traducir en palabras. Jamás, como en ese instante,
comprendí qué cosa era el pecado… “Oh, Jesús! Que no te ofenda yo jamás… repara por mí, por los otros, como quieras… ¡Tómame todo!” Cuando volví en mí, se había cumplido el tiempo y me dispuse a retirarme. Entonces Jesús me dijo: “¡Quédate un poco más conmigo! ¡Ya me dejas solo…!”. Al responderle yo que había pasado el tiempo que me indicara mi director espiritual, su Rostro se iluminó. “He aquí mi gloria! ¡La obediencia!”

Revelaciones privadas actuales sobre la Santa Faz

En nuestros días existen una serie de revelaciones privadas en las que Jesús nos sigue pidiendo que reparemos y contemplemos su Rostro. El llamado que nos hace es que volvamos nuestra mirada a Él, que volvamos a mirarlo y a reparar por tantos pecados, ofensas, olvidos, ingratitudes, indiferencias y sacrilegios que recibe en la Eucaristía. Pide también que cada uno se consagre a su Rostro y a su Corazón Eucarístico. Promete, también, que si nosotros hacemos esta reparación Él mismo estampará su Rostro en nuestras almas como lo hizo en el velo de la Verónica. 
Coronilla de Reparación a la Santa Faz de Jesús
revelada a sor María de San Pedro

Esta Coronilla se compone de 5 grupos de 6 cuentas cada uno y 3 cuentas separadas. 

Al iniciar se reza: "Padre Eterno, te ofrezco la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo y todos los instrumentos de su Santa Pasión para que tú pongas división en el campo de tus enemigos, porque como dijo tu Hijo Amado: 'un reino dividido contra sí mismo, caerá'. Dios mío, ven en mi auxilio, Señor, date prisa en socorrerme".

Se repite 3 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".

Se dice una vez la "Flecha de Oro": “Que el más santo, más sagrado, más adorable, más incomprensible e inefable Nombre de Dios sea por siempre alabado, bendecido, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la tierra y bajo la tierra, por todas las criaturas de Dios y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén”

Primer misterio: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre...
¡Que Dios se levante y que sus enemigos se dispersen y huyan ante su Rostro los que lo odian!
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".

Segundo misterio: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre...
¡Que el tres veces santo eche abajo todos sus planes!
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".

Tercer misterio: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre...
¡Que el Santo Nombre de Dios vivo los divida a través de desacuerdos!
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".


Cuarto misterio: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre...
¡Que el poderoso Nombre de Dios de la Eternidad erradique toda su impiedad!
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".

Quinto misterio: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre...
Señor, yo no deseo la muerte del pecador, sino que se convierta y viva
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".

Al finalizar:

Se dice una vez: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre... y se reza nuevamente la Flecha de Oro. 
Repetir tres veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".


10 de febrero de 2021

Nuestra Señora de Lourdes

 El 11 de febrero celebramos a nuestra Señora de Lourdes, en recuerdo de las 18 apariciones que la Santísima Virgen hizo a la pequeña Bernardita Soubirous. 


Para conocer sus mensajes, les dejamos un resumen de las apariciones:

Primera Aparición 11 de febrero de 1858
Bernardita fue junto con su hermana Toinettey una amiga a recoger leña a la gruta Massabielle. Oye como una ráfaga de viento, pero los árboles no se mueven. Al levantar la mirada, ve una luz que sale del interior de la gruta. La luz tiene la forma de una joven. Bernardita se frota los ojos, tiene miedo. Saca su rosario e intenta hacer la señal de la cruz. La Aparición sí que hace la señal de la cruz. Entonces Bernardita la imita y reza el rosario. No intercambian palabra alguna. 

Segunda Aparición 14 de febrero
Los padres de Bernardita no quieren que vuelva a la gruta, pero ésta al final les convence. Cuando la Señora se aparece, Bernardita la rocía con agua bendita. La Señora sonríe, sigue sin hablar. 

Tercer Aparición 18 de febrero
Bernardita le pregunta su nombre. La Aparición le responde: “No es necesario” y no se lo dice de momento. Le propone una cita diaria durante quince días y le añade: “No te prometo la felicidad de este mundo, sino la del otro”. Bernardita se sorprende porque le ha tratado de usted. 

Cuarta a Sétima Aparición 19 al 23 de febrero 
Bernardita cumple su promesa y acude a la gruta todos los días. El día 22 la Señora no se aparece. Es una prueba para ella. La Señora y Bernardita se hablan, son citas de confidencias. Mientras, las autoridades acusan a la pequeña joven de perturbar el orden público y la amenazan con meterla en la cárcel. Quieren prohibirle que acuda a la gruta. 

Octava a Doceava Aparición 24 de febrero al 1 de marzo
En esos días, la Iglesia celebra la Cuaresma. En la gruta, Bernardita escucha y repite las palabras de la Señora: “Penitencia. Reza a Dios para la conversión de los pecadores”. A petición de la Señora, la joven anda de rodillas por la gruta y come hierba. Todo eso “por los pecadores”, como Cristo se humilló hasta la muerte. El 25 de febrero la Señora indica a Bernardita un lugar de la gruta y le dice: “Ve a beber y a lavarte en la fuente”. Al principio era un charco de agua fangosa, pero poco a poco va brotando agua clara y limpia. El 26 de febrero no se aparece. Es un viernes de Cuaresma. 

Decimotercera a decimoquinta aparición 2 al 4 de marzo
La Señora envía a Bernardita una misión: “Ve a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en procesión”. Es una nueva prueba para la joven, ya que el párroco de Lourdes no cree en las Apariciones, y en un principio, está en su contra. 

Decimosexta aparición 25 de marzo
Pasaron tres semanas sin novedad. El párroco no había organizado ninguna procesión tal y como le dijo Bernardita. A pesar de ello, los habitantes de Lourdes siguen yendo a la gruta. El día 25 de marzo, la joven se siente llamada de nuevo y acude. La Señora, en esta nueva Aparición, le revela finalmente su nombre: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. La joven corre a repetir el mensaje al párroco. Éste se convence y cree finalmente a Bernardita, pues son conscientes de que ella no pudo inventar esas palabras. 

Decimoséptima Aparición 7 de abril 
Bernardita va a la gruta con una gran vela que le habían dado. Durante la Aparición, la vela se va consumiendo y en un momento dado las manos de la joven rodean la llama. No siente dolor y no se quema. Bonito símbolo: la luz del Resucitado alumbrando a través de la vida de los santos. 

Decimoctava Aparición 16 de julio 
Una vez más, Bernardita se siente impulsada a ir a la gruta. Las autoridades habían vallado la zona y cerrado el acceso. La joven se mantiene a distancia y trata de no ser reconocida. Esta vez, el encuentro se produce en un lugar distinto, al otro lado del río. La Aparición tiene lugar a la caída de la tarde. Bernardita sabe que será la última. Más adelante dirá que vio a la Virgen más bella que nunca.

San Juan Pablo II en Lourdes
“Al arrodillarme aquí, en la gruta de Massabielle, siento con emoción que he llegado a la meta de mi peregrinación. Esta gruta, donde se apareció la Virgen María, es el corazón de Lourdes. Hace pensar en la cueva del monte Horeb, donde Elías se encontró con el Señor, que le habló en el "susurro de una brisa suave" (1 R 19, 12). Aquí la Virgen invitó a Bernardita a rezar el rosario, desgranando ella misma las cuentas. Así, esta gruta se ha convertido en la cátedra de una sorprendente escuela de oración, en la que María enseña a todos a contemplar con ardiente amor el rostro de Cristo. Por eso, Lourdes es el lugar donde oran de rodillas los creyentes de Francia y de muchas otras naciones de Europa y del mundo entero. Esta tarde, también nosotros, peregrinos en Lourdes, queremos recorrer de nuevo, orando juntamente con la Virgen, los "misterios" en los que Jesús se manifiesta "como luz del mundo". Recordemos su promesa: “El que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12).Queremos aprender de la humilde esclava del Señor la disponibilidad
dócil a la escucha y el esfuerzo generoso por acoger en nuestra vida la enseñanza de Cristo. En particular, meditando en la participación de la Madre del Señor en la misión redentora de su Hijo, os invito a orar por las vocaciones al sacerdocio y a la virginidad por el reino de Dios, a fin de que los que han sido llamados respondan con disponibilidad y perseverancia. Contemplando a la santísima Virgen María, digamos con Bernardita: “Mi buena Madre, ten misericordia de mí; me entrego totalmente a ti, para que me des a tu Hijo querido, al que quiero amar con todo mi corazón. Mi buena Madre, dame un corazón que arda completamente por Jesús".(14 de agosto de 2004)

Benedicto XVI en Lourdes
“Es el gran misterio que María nos confía también esta mañana invitándonos a volvernos hacia su Hijo. En efecto, es significativo que, en la primera aparición a Bernadette, María comience su encuentro con la señal de la Cruz. Más que un simple signo, Bernadette recibe de María una iniciación a los misterios de la fe. La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados. El poder del amor es más fuerte que el mal que nos amenaza. Este misterio de la universalidad del amor de Dios por los hombres, es el que María reveló aquí, en Lourdes. Ella invita a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar en ella la fuente de la vida, la fuente de la salvación” (14 de septiembre de 2008)

9 de febrero de 2021

Santa Escolástica

Biografía de santa Escolástica

De su vida sabemos realmente muy pocas cosas. Se cree que fue hermana gemela de san Benito, aunque tampoco se descarta que haya sido sino una de sus más fieles seguidoras. Desde joven fue consagrada por sus padres al Señor. Siguió la regla redactada por san Benito y fue abadesa de un monasterio en Plombariola. 

San Gregorio Magno relata en el libro de los Diálogos, en el capítulo XXXIII, el siguiente episodio sobre la vida de san Benito:
"En efecto, Santa Escolástica, hermana de San Benito, consagrada a Dios todopoderoso desde su infancia, acostumbraba a visitarle una vez al año. Para verla, el hombre de Dios descendía a una casa del monasterio, situada no lejos de la puerta del mismo. Un día vino como de costumbre y su venerable hermano bajó donde ella, acompañado de algunos de sus discípulos. Pasaron todo el día ocupados en la alabanza divina y en santos coloquios, y al acercarse las tinieblas de la noche tomaron juntos la refección. Estando aún sentados a la mesa entretenidos en santos coloquios, y siendo ya la hora muy avanzada, dicha religiosa hermana suya le rogó: "Te suplico que no me dejes esta noche, para que podamos hablar hasta mañana de los goces de la vida celestial". A lo que él respondió: "¡Qué es lo que dices, hermana! En modo alguno puedo permanecer fuera del monasterio".
Estaba entonces el cielo tan despejado que no se veía en él ni una sola nube. Pero la religiosa mujer, al oír la negativa de su hermano, juntó las manos sobre la mesa con los dedos entrelazados y apoyó en ellas la cabeza para orar a Dios todopoderoso. Cuando levantó la cabeza de la mesa, era tanta la
violencia de los relámpagos y truenos y la inundación de la lluvia, que ni el venerable Benito ni los monjes que con él estaban pudieron trasponer el umbral del lugar donde estaban sentados. En efecto, la religiosa mujer, mientras tenía la cabeza apoyada en las manos había derramado sobre la mesa tal río de lágrimas, que trocaron en lluvia la serenidad del cielo. Y no tardó en seguir a la oración la inundación del agua, sino que de tal manera fueron simultáneas la oración y la copiosa lluvia, que cuando fue a levantar la cabeza de la mesa se oyó el estallido del trueno y lo mismo fue levantarla que caer al momento la lluvia. Entonces, viendo el hombre de Dios, que en medio de tantos relámpagos y truenos y de aquella lluvia torrencial no le era posible regresar al monasterio, entristecido, empezó a quejarse diciendo: "¡Que Dios todopoderoso te perdone, hermana! ¿Qué es lo que has hecho?". A lo que ella respondió: " Te lo supliqué y no quisiste escucharme; rogué a mi Señor y él me ha oído. Ahora, sal si puedes. Déjame y regresa al monasterio". Pero no pudiendo salir fuera de la estancia, hubo de quedarse a la fuerza, ya que no había querido permanecer con ella de buena gana. Y así fue cómo pasaron toda la noche en vela, saciándose mutuamente con coloquios sobre la vida espiritual.

Por eso te dije, que quiso algo que no pudo alcanzar. Porque si bien nos fijamos en el pensamiento del venerable varón, no hay duda que deseaba se mantuviera el cielo despejado como cuando había bajado del monasterio, pero contra lo que deseaba se hizo el milagro, por el poder de Dios todopoderoso y gracias al corazón de aquella santa mujer. Y no es de maravillar que, en esta ocasión, aquella mujer que deseaba ver a su hermano pudiese más que él, porque según la sentencia de san Juan: Dios es amor (1Jn 4,16), y con razón pudo más la que amó más (Lc 7,47)."


También se relata en el capítulo siguiente la visión que tuvo san Benito de la muerte de santa Escolástica: "Al día siguiente, la venerable mujer volvió a su morada y el hombre de Dios regresó también al monasterio. Tres días después, estando en su celda con los ojos levantados al cielo, vio el alma de su hermana, que saliendo de su cuerpo en forma de paloma penetraba en lo más alto del cielo.
Gozándose con ella de tan gran gloria, dio gracias a Dios todopoderoso con himnos de alabanza y anunció su muerte a los monjes, a quienes envió en 
seguida para que trajeran su cuerpo al monasterio y lo depositaran en el 
sepulcro que había preparado para sí. De esta manera, ni la tumba pudo separar los cuerpos de aquellos cuyas almas habían estado siempre unidas en el Señor". 

En la abadía de Montecasino, en Italia, se encuentran las tumbas de san Benito y santa Escolástica.

Oración a Santa Escolástica
Oh Dios, que nos mostraste hacia donde la inocencia conduce, Tú hiciste que el alma de la virgen Santa Escolástica se elevara al cielo como una paloma en vuelo. Obtenedme a través de ella por sus méritos y sus oraciones que podamos así vivir en la inocencia para lograr las alegrías eternas. Te lo pedimos a través de Nuestro Señor. Amén.



8 de febrero de 2021

Beata Ana Catalina Emmerich

Ana Catalina nació el 8 de septiembre de 1774 en Coesfeld, Alemania, en una familia numerosa de 9 hermanos. Tuvo muy poca instrucción escolar y desde pequeña se caracterizaba por una piedad y religiosidad extraordinaria. Trabajó durante tres años como doméstica en una casa del campo, con el tiempo allí aprendió a coser. En esa época le gustaba rezar el Vía Crucis que había en el pueblo y asistía a la Santa Misa regularmente.

En su corazón tenía el deseo de consagrar su vida a Dios en la vida religiosa. Volvió a su casa paterna y trabajó como costurera. Visitó varios conventos pero en todos fue rechazada por no poder juntar la dote necesaria para el ingreso. Las clarisas de Münster la aceptaban si aprendía a tocar el órgano. Su familia la dejó acudir a la casa de un organista para aprender pero Ana Catalina al ver la pobreza en la que vivía este hombre, le entregó el dinero que había juntado para ayudarlo.

En 1802 pudo ingresar en el Monasterio de las Agustinas en Dülmen. Tuvo grandes dificultades con las demás hermanas debido a su origen pobre y a su fidelidad estricta a las reglas de la Orden, pero ella soportaba todo con espíritu de entrega y humildad. En el convento hacía las tareas más humildes y sencillas. Tuvo varias enfermedades hasta 1811.

Como consecuencia de la secularización las monjas fueron obligadas, en 1811, a abandonar el Convento y dejar la vida religiosa. Un sacerdote francés que vivía en Dülmen recibió a Ana Catalina como ama de casa, pero al poco tiempo enfermó y quedó en cama. 

En este período Ana Catalina recibe los estigmas de la Pasión de Cristo (las llagas que sufrió Jesús en la Pasión, como lo tuvieron san Pío de Pietrelcina, san Francisco de Asís, santa Mariam de Belén y otros santos y místicos). También es en este tiempo donde recibió muchas revelaciones: la vida de Jesús, de la Virgen y de algunos santos y mártires de los primeros tiempos, como otros mensajes y profecías.

Aun postrada en cama, Catalina ayudaba a los que podía. Confeccionó para niños indigentes mucha ropa y además recibía a toda clase de personas que se acercaban a su cama para pedirle ayuda, consejo o su intercesión en la oración. 

Entre las personas que la frecuentaban se encontraba el escritor Clemente Brentano. Desde 1818 permaneció en Dülmen por 5 años. Visitaba a esta mística y apuntaba sus revelaciones. 

Ana Catalina se debilitaba y enfermaba cada vez más. Unía sus sufrimientos constantemente a los de Cristo en la Cruz, hasta que el 9 de febrero de 1824 falleció. 

Su fama de santidad se extendió muy rápidamente entre los fieles. Su proceso de beatificación fue muy difícil debido a la abundancia de las revelaciones que recibió: inició en 1892 pero se prohibió en 1928. Se pudo reabrir en 1973 y Ana Catalina fue beatificada solemnemente por san Juan Pablo II en el año 2004. 

Sus visiones
Es muy importante aclarar que no existen muchos "escritos" propios de la beata Ana Catalina. Únicamente de ella se conservan unas pocas cartas. Lo que refiere a las revelaciones sobre la vida de Cristo, de la Virgen y de los santos son textos escritos por Clemente Brentano de acuerdo con dictados que le narraba la mística. Es por esta razón que la Iglesia no puede asegurar que dichos escritos sean completamente fidedignos a las revelaciones y a lo que Ana Catalina reportaba recibir. Aún así, todo fiel tiene derecho de leerlos y utilizarlos para su propia reflexión y meditación personal, ya que no se encuentra en ellos absolutamente nada contrario a la fe ni opuesto a la revelación de Cristo, sino que ayudan a los fieles a acercarse más a Dios.

Fue gracias a sus escritos que se produjo la película "La Pasión de Cristo", de Mel Gibson. Es la dramatización más fiel a los Evangelios y a los demás agregados que incluyen los escritos de Emmerich. 

Los escitos pueden descargarse gratuitamente en el siguiente enlace: http://anacatalinaemmerick.com/

Para profundizar sobre la beata Ana Catalina Emmerich:



La Casa de María en Éfeso

Una historia que confirma, en cierto modo, la veracidad y fidelidad de los escritos de la beata Ana Catalina Emmerich es el hallazgo de la Casa de la Virgen María en la ciudad de Éfeso. De acuerdo con la tradición oral de los primeros cristianos, la Virgen María después de la resurrección de Jesús vivió con el apóstol san Juan en Jerusalén y después se trasladó con él a Éfeso (Turquía).  En dicha casa, María vivió los últimos años de su vida.  
Casa de María de Éfeso y sor Marie.
Según la beata Ana Catalina, el apóstol le construyó  una casa y vivió allí junto con una mujer piadosa que la ayudaba y diariamente nuestra Señora rezaba el Vía Crucis en la colina lindera. También de acuerdo a los escritos,
 la Virgen fue asunta a los Cielos en esa misma casa (aunque en Jerusalén también se encuentra la Basílica de la Dormición de la Virgen, la Iglesia no afirma en qué lugar verdaderamente ocurrió).

Sor Marie de Mandat Grancey, una hija de la Caridad francesa que vivió en Esmirna (Turquía), leyó los escritos de Emmerich y recibió la inspiración de que debía utilizar los escritos como si fuera una guía para poder hallar la Casa de Éfeso. Ayudada por dos sacerdotes de su congregación, en 1891 hizo una expedición y hallaron los restos de la casa. Los arqueólogos hallaron que databan del siglo I. La monja adquirió con dinero de su familia la casa y una gran parte de la zona de la misma. El descubrimiento causó tal impacto que en 1914 el papa san Pío X concedió las mismas indulgencias que se otorgaban en la Basílica de Jerusalén a quienes peregrinaran a la Casa de Éfeso. El venerable Pío XII autorizó dicha casa como sitio sagrado de peregrinación. La casa fue visitada por tres Papas: san Pablo VI en 1967, san Juan Pablo II en 1979 y Benedicto XVI en 2006. 

Para profundizar sobre la Casa de la Virgen en Éfeso: