8 de febrero de 2021

Beata Ana Catalina Emmerich

Ana Catalina nació el 8 de septiembre de 1774 en Coesfeld, Alemania, en una familia numerosa de 9 hermanos. Tuvo muy poca instrucción escolar y desde pequeña se caracterizaba por una piedad y religiosidad extraordinaria. Trabajó durante tres años como doméstica en una casa del campo, con el tiempo allí aprendió a coser. En esa época le gustaba rezar el Vía Crucis que había en el pueblo y asistía a la Santa Misa regularmente.

En su corazón tenía el deseo de consagrar su vida a Dios en la vida religiosa. Volvió a su casa paterna y trabajó como costurera. Visitó varios conventos pero en todos fue rechazada por no poder juntar la dote necesaria para el ingreso. Las clarisas de Münster la aceptaban si aprendía a tocar el órgano. Su familia la dejó acudir a la casa de un organista para aprender pero Ana Catalina al ver la pobreza en la que vivía este hombre, le entregó el dinero que había juntado para ayudarlo.

En 1802 pudo ingresar en el Monasterio de las Agustinas en Dülmen. Tuvo grandes dificultades con las demás hermanas debido a su origen pobre y a su fidelidad estricta a las reglas de la Orden, pero ella soportaba todo con espíritu de entrega y humildad. En el convento hacía las tareas más humildes y sencillas. Tuvo varias enfermedades hasta 1811.

Como consecuencia de la secularización las monjas fueron obligadas, en 1811, a abandonar el Convento y dejar la vida religiosa. Un sacerdote francés que vivía en Dülmen recibió a Ana Catalina como ama de casa, pero al poco tiempo enfermó y quedó en cama. 

En este período Ana Catalina recibe los estigmas de la Pasión de Cristo (las llagas que sufrió Jesús en la Pasión, como lo tuvieron san Pío de Pietrelcina, san Francisco de Asís, santa Mariam de Belén y otros santos y místicos). También es en este tiempo donde recibió muchas revelaciones: la vida de Jesús, de la Virgen y de algunos santos y mártires de los primeros tiempos, como otros mensajes y profecías.

Aun postrada en cama, Catalina ayudaba a los que podía. Confeccionó para niños indigentes mucha ropa y además recibía a toda clase de personas que se acercaban a su cama para pedirle ayuda, consejo o su intercesión en la oración. 

Entre las personas que la frecuentaban se encontraba el escritor Clemente Brentano. Desde 1818 permaneció en Dülmen por 5 años. Visitaba a esta mística y apuntaba sus revelaciones. 

Ana Catalina se debilitaba y enfermaba cada vez más. Unía sus sufrimientos constantemente a los de Cristo en la Cruz, hasta que el 9 de febrero de 1824 falleció. 

Su fama de santidad se extendió muy rápidamente entre los fieles. Su proceso de beatificación fue muy difícil debido a la abundancia de las revelaciones que recibió: inició en 1892 pero se prohibió en 1928. Se pudo reabrir en 1973 y Ana Catalina fue beatificada solemnemente por san Juan Pablo II en el año 2004. 

Sus visiones
Es muy importante aclarar que no existen muchos "escritos" propios de la beata Ana Catalina. Únicamente de ella se conservan unas pocas cartas. Lo que refiere a las revelaciones sobre la vida de Cristo, de la Virgen y de los santos son textos escritos por Clemente Brentano de acuerdo con dictados que le narraba la mística. Es por esta razón que la Iglesia no puede asegurar que dichos escritos sean completamente fidedignos a las revelaciones y a lo que Ana Catalina reportaba recibir. Aún así, todo fiel tiene derecho de leerlos y utilizarlos para su propia reflexión y meditación personal, ya que no se encuentra en ellos absolutamente nada contrario a la fe ni opuesto a la revelación de Cristo, sino que ayudan a los fieles a acercarse más a Dios.

Fue gracias a sus escritos que se produjo la película "La Pasión de Cristo", de Mel Gibson. Es la dramatización más fiel a los Evangelios y a los demás agregados que incluyen los escritos de Emmerich. 

Los escitos pueden descargarse gratuitamente en el siguiente enlace: http://anacatalinaemmerick.com/

Para profundizar sobre la beata Ana Catalina Emmerich:



La Casa de María en Éfeso

Una historia que confirma, en cierto modo, la veracidad y fidelidad de los escritos de la beata Ana Catalina Emmerich es el hallazgo de la Casa de la Virgen María en la ciudad de Éfeso. De acuerdo con la tradición oral de los primeros cristianos, la Virgen María después de la resurrección de Jesús vivió con el apóstol san Juan en Jerusalén y después se trasladó con él a Éfeso (Turquía).  En dicha casa, María vivió los últimos años de su vida.  
Casa de María de Éfeso y sor Marie.
Según la beata Ana Catalina, el apóstol le construyó  una casa y vivió allí junto con una mujer piadosa que la ayudaba y diariamente nuestra Señora rezaba el Vía Crucis en la colina lindera. También de acuerdo a los escritos,
 la Virgen fue asunta a los Cielos en esa misma casa (aunque en Jerusalén también se encuentra la Basílica de la Dormición de la Virgen, la Iglesia no afirma en qué lugar verdaderamente ocurrió).

Sor Marie de Mandat Grancey, una hija de la Caridad francesa que vivió en Esmirna (Turquía), leyó los escritos de Emmerich y recibió la inspiración de que debía utilizar los escritos como si fuera una guía para poder hallar la Casa de Éfeso. Ayudada por dos sacerdotes de su congregación, en 1891 hizo una expedición y hallaron los restos de la casa. Los arqueólogos hallaron que databan del siglo I. La monja adquirió con dinero de su familia la casa y una gran parte de la zona de la misma. El descubrimiento causó tal impacto que en 1914 el papa san Pío X concedió las mismas indulgencias que se otorgaban en la Basílica de Jerusalén a quienes peregrinaran a la Casa de Éfeso. El venerable Pío XII autorizó dicha casa como sitio sagrado de peregrinación. La casa fue visitada por tres Papas: san Pablo VI en 1967, san Juan Pablo II en 1979 y Benedicto XVI en 2006. 

Para profundizar sobre la Casa de la Virgen en Éfeso:

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