El martes 16 de febrero, día anterior al Miércoles de Ceniza, la Iglesia celebra la fiesta de la Santa Faz de Jesús, o del Divino Rostro. Esta fiesta fue pedida por el mismo Jesús a una religiosa, la beata Madre Pierina de Micheli. Aquí les dejamos una breve reseña de la historia y mensajes de la devoción al Rostro del Señor. Para profundizar, pueden leer el libro virtual gratuito "La Santa Faz de Jesús", haciendo click aquí.
Revelaciones a Sor María de San Pedro
El Señor le reveló a sor María de San Pedro, una monja del Carmelo de Tours, una serie de pedidos y mensajes referidos a la reparación a su Santa Faz y a la reparación por la profanación de su Santo Nombre por las blasfemias y por todos los que no santificaban el Domingo, día del Señor. Es llamativo que dichos mensajes son contemporáneos a la aparición de Nuestra Señora en La Salette, donde la Virgen llora por la profanación del día del Señor.
El 11 de octubre de 1845 Jesús le dice a Sor María: “Busco Verónicas para consolar y venerar mi Divina Faz, que tiene pocos adoradores” y le dictó la siguiente oración: “Padre Eterno, te ofrezco la Adorable Faz de tu Amado Hijo Jesús por el honor y la gloria de tu nombre, para la conversión de los pecadores y la salvación de los moribundos”.
Otros mensajes fueron:
“Con la piedra preciosa de mi santa Humanidad, que es mi rostro adorable, ustedes obtendrán el Reino de los Cielos cuando quieran” (22/10/1845)
“Si ustedes supieran qué agradable es a mi Padre la contemplación de mi Rostro”.
“Esta Faz ultrajada aparecerá un día gloriosa y sus enemigos serán aniquilados para siempre. los demonios serán lanzados a las tinieblas y la Santa Faz reinará sobre la Tierra”
“El Tesoro de mi Divino Rostro en sí mismo posee un valor tan extraordinario que por
medio de Él todos los asuntos de mi Casa se arreglan rápidamente”
“Los pecadores son arrebatados de este mundo y son arrojados en el infierno como el polvo que es arrastrado por la furia de un tornado. ¡Tengan piedad de sus hermanos y oren por ellos!”
También a sor María le reveló el peligro del comunismo para la sociedad y la Iglesia, vale decir que en estos tiempos las ideas comunistas eran más bien desconocidas, el nefasto “manifiesto comunista” de Marx, donde se agruparán estas ideologías recién vio la luz en 1848.
Fue en 1843 que Jesús le dijo: “Quien contempla mi Rostro, me consuela”. También reveló la “flecha de oro”; una oración de reparación y amor al Padre por medio de Jesús. Esta oración es para reparar las blasfemias y le dice "flecha de oro" porque traspasa el Corazón de Jesús con tanto amor que repara todo. Esta es la oración:
“Que el más santo, más sagrado, más adorable, más incomprensible e inefable Nombre de Dios sea por siempre alabado, bendecido, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la tierra y bajo la tierra, por todas las criaturas de Dios y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén”
Jesús le reveló una serie de promesas a quienes contemplaran, repararan y consolaran su Santa Faz, llena de dolor y agravios por los pecados del mundo entero. Las promesas son las siguientes:
1. Al ofrecer Mi Rostro a Mi Padre Eterno, nada será negado y se obtendrá la conversión de muchos pecadores.
2. Por Mi Divino Rostro se harán milagros, se aplacará la ira de Dios y atraerá del Cielo Misericordia sobre los pecadores.
3. Todos aquellos que honren Mi Divino Rostro en espíritu de reparación, realizarán, al hacerlo, el oficio de la piadosa Verónica.
4. Con el mismo cuidado que tengan en hacer reparación a Mi Rostro, desfigurado por las blasfemias, cuidaré de sus almas que han sido desfiguradas por el pecado.
5. Volveré Mi Rostro, es el Sello de la Divinidad que tiene la virtud de reproducir en las almas la Imagen de Dios.
6. Quienes defiendan Mi Causa en la Obra de Reparación, por medio de palabras, oraciones o escritos, especialmente Mis Sacerdotes, Yo los defenderé ante Mi Padre y les daré Mi Reino.
7. Así como en un reino puedes procurar todo lo que deseas a través de una moneda grabada con la efigie del rey, en el Reino de los Cielos obtendrás todo lo que desees con la moneda preciosa de Mi Divino Rostro.
8. Quienes contemplen en la Tierra las Heridas de Mi Rostro, en el Cielo lo contemplarán radiante de
gloria.
9. Recibirán en sus almas una irradiación brillante y constante de Mi Divinidad, que por su semejanza
10. Mi Rostro los hará brillar en el Cielo con particular esplendor
Por mucho tiempo, el Obispo de Tours prohibió la difusión de los mensajes y revelaciones que recibió sor María de San Pedro. Pero aun así, un hombre santo llamado Leo Dupont mantuvo encendida la llama de la devoción a la Santa Faz. En su propia casa entronizó una imagen del Rostro de Jesús y encendió ante él una lámpara de aceite. Al tiempo, el lugar se convirtió en un centro de peregrinación de mucha gente y se fueron propagando las milagrosas curaciones que ocurrían a las personas que se ungían con el aceite de la lámpara, como así también muchas personas que rezaban ante la imagen de Cristo que acudían después a la confesión. Poco antes de la muerte de Dupont, el obispo fue cambiado y autorizó la difusión de las revelaciones de sor María de San Pedro. Una vez fallecido el señor Dupont, su casa se transformó en oratorio y allí se siguió venerando la imagen de la Santa Faz. Tanto los restos de Sor María de San Pedro como los de Leo Dupont se encuentran en la Capilla de la rue Ettiene, el oratorio de la casa del Sr. Dupont. En dicho oratorio se encontraba también la Cofradía de la Santa Faz. Fueron miembros de dicha cofradía los miembros de la familia de santa Teresita de Lisieux: san Luis Martin, su padre, ella misma y su hermana Celina. Teresita y Celina tomarán de apellido religioso "de la Santa Faz", por la devoción que le tenían.
Revelaciones a la beata Madre Pierina de Micheli
Cuando aún solo tenía 12 años, la beata Pierina Micheli (1890-1945), Jesús le habló durante la celebración litúrgica del Viernes Santo de 1902, en el momento en que se venera a Jesús Crucificado le dijo: “¿Nadie me da un beso de amor en el Rostro para reparar el beso de Judas?”. En su simplicidad, pensó que todos habían oido aquella voz, pero todos seguían besando las llagas de
los pies de Jesús y no su rostro. Ella le dijo en su corazón: “Yo te doy el beso de amor. ¡oh Jesús! ten paciencia” y llegado su turno, besó con todo su amor el rostro de Jesús en la cruz.
Ingresó años más tarde en la Congregación de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, fundada por la monja argentina, sierva de Dios Eufrasia Iaconis. Siendo novicia, en la adoración Eucarística del Jueves al Viernes Santo de 1915, oye la voz de Jesús desde el crucifijo que le dice que lo bese. Al hacerlo, en vez de sentir la estatua, siente un rostro humano.
Más adelante, en 1936 Jesús le da el siguiente mensaje: “Cada vez que se contemple mi Rostro, derramaré mi amor en los corazones y por medio de mi Santa Faz se obtendrá la salvación de muchas almas”. También le dice en otra ocasión: “Puede ser que algunas almas teman que la devoción a mi Divino Rostro disminuya la de mi Sagrado Corazón. Diles que es al contrario, esta será aumentada y completada. Contemplando mi Rostro, las almas participan de mis penas y sentirán el deseo de amar y reparar. ¿No es acaso esta la devoción a mi Corazón?”
Los mensajes se intensifican a lo largo de los años. Es en 1938 que se le aparece la Virgen María junto al altar, en sus manos llevaba un escapulario de dos piezas de tela de color blanco, unidas por un cordón. De un lado del escapulario estaba la imagen del Rostro de Jesús, alrededor de él decía: “Ilumina Domine Voltum tuum super nos” (Ilumina, Señor, tu Rostro sobre nosotros) y del otro lado una Hostia rodeada de rayos y con la frase: “Mane nobiscum Domine” (Quédate con nosotros, Señor). La Virgen se acerca y le dice: “Escucha bien y dile a tu confesor: este Escapulario es un arma de defensa, un escudo de fortaleza, una prueba de la misericordia que Jesús quiere dar al mundo en estos tiempos de sensualidad y de odio hacia Dios y la Iglesia. Los verdaderos apóstoles son pocos, es necesario un remedio divino y este remedio es el Divino Rostro de Jesús. Todos los que lleven este Escapulario y hagan, si es posible, todos los martes, una visita al Santísimo Sacramento para reparar los ultrajes que recibió el Divino Rostro de Jesús durante la Pasión y que recibe diariamente en la
Eucaristía, serán fortalecidos por la fe, prontos a defenderla y a superar todas las dificultades internas y externas. Además tendrán una muerte serena bajo la mirada amable de mi Divino Hijo” En ese momento se aparece Jesús sangrante y con tristeza. Le dice: “¿Ves cómo sufro? Y sin embargo soy comprendido por poquísimos. ¡Cuántas ingratitudes de aquellos que dicen amarme! He dado mi Corazón como objeto sensibilísimo de mi gran amor por los hombres y doy mi Rostro como objeto sensible de mi dolor por los pecados de los hombres. Quiero que sea honrado con una fiesta particular, el martes previo al Miércoles de Ceniza. Fiesta que será precedida por una novena en que todos los fieles reparen conmigo, uniéndose a la participación en mi dolor”
En 1939 nuevamente Jesús le dice: “Quiero que mi rostro sea honrado de un modo particular el martes”.
Madre Pierina no consigue hacer escapularios de la Santa Faz sino medallas, como la conocemos en la actualidad. Para consolarla, la Virgen se le aparece y le dice: “Hija mía, tranquilízate, porque el escapulario quedará suplido por la medalla, con las mismas promesas y favores… Solo hace falta difundirla más. Ahora anhelo la fiesta del Santo Rostro de mi Divino Hijo, díselo al Papa pues tanto me apremia”, la bendijo y se fue.
La medalla de la Santa Faz recuerda las palabras de Jesús a sor María de San Pedro, cuando en una de las promesas le dice: “Así como en un reino puedes procurar todo lo que deseas a través de una moneda grabada con la efigie del rey, en el Reino de los Cielos obtendrás todo lo que desees con la
moneda preciosa de Mi Divino Rostro”.
Algunos otros textos de la beata Madre Pierina para reflexionar sobre la devoción: en 1920, la Madre Pierina se encontraba en Buenos Aires, Argentina. Ella relata: “Tenía una gran amargura en el corazón. Fuí a la Iglesia y prorrumpí en llanto lamentándome con Jesús. Se me presentó con el Rostro ensangrentado y con una expresión de dolor tal que conmoverá a cualquiera. Con una ternura que jamás olvidaré me dijo: “Y yo, ¿qué he hecho?” Comprendí… y a partir de ese día el Divino Rostro se convirtió en mi libro de meditación, la puerta de entrada a su Corazón… De tanto en tanto, en los años siguientes se me aparecía ya triste, ya ensangrentado, comunicándome sus penas y pidiéndome reparación y sufrimientos, llamándome a inmolarme ocultamente por la salvación de las almas”
En 1942, relata: “Anoche en la Capilla le dije a Jesús: “Jesús quiero ser tu gloria y tu alegría”. Y Jesús me respondió. “Ven. Te necesito. Hoy he buscado el gozo en tantos corazones y me fue negado”.
“Dime, Jesús, ¿Qué debo hacer para suplir los rechazos que tuviste?” Jesús, envuelto en ternura, me respondió: “¿Quieres gozar las dulzuras de la unión conmigo o sentir la pena de mi corazón por los pecados de los hombres?”. “Lo que Tú quieras, Jesús”. Y mi alma instantáneamente participó del dolor de su corazón, dolor imposible de traducir en palabras. Jamás, como en ese instante,
comprendí qué cosa era el pecado… “Oh, Jesús! Que no te ofenda yo jamás… repara por mí, por los otros, como quieras… ¡Tómame todo!” Cuando volví en mí, se había cumplido el tiempo y me dispuse a retirarme. Entonces Jesús me dijo: “¡Quédate un poco más conmigo! ¡Ya me dejas solo…!”. Al responderle yo que había pasado el tiempo que me indicara mi director espiritual, su Rostro se iluminó. “He aquí mi gloria! ¡La obediencia!”
Revelaciones privadas actuales sobre la Santa Faz
En nuestros días existen una serie de revelaciones privadas en las que Jesús nos sigue pidiendo que reparemos y contemplemos su Rostro. El llamado que nos hace es que volvamos nuestra mirada a Él, que volvamos a mirarlo y a reparar por tantos pecados, ofensas, olvidos, ingratitudes, indiferencias y sacrilegios que recibe en la Eucaristía. Pide también que cada uno se consagre a su Rostro y a su Corazón Eucarístico. Promete, también, que si nosotros hacemos esta reparación Él mismo estampará su Rostro en nuestras almas como lo hizo en el velo de la Verónica.
Para conocer estos mensajes nuevos:
Coronilla de Reparación a la Santa Faz de Jesús
revelada a sor María de San Pedro
Esta Coronilla se compone de 5 grupos de 6 cuentas cada uno y 3 cuentas separadas.
Al iniciar se reza: "Padre Eterno, te ofrezco la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo y todos los instrumentos de su Santa Pasión para que tú pongas división en el campo de tus enemigos, porque como dijo tu Hijo Amado: 'un reino dividido contra sí mismo, caerá'. Dios mío, ven en mi auxilio, Señor, date prisa en socorrerme".
Se repite 3 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".
Se dice una vez la "Flecha de Oro": “Que el más santo, más sagrado, más adorable, más incomprensible e inefable Nombre de Dios sea por siempre alabado, bendecido, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la tierra y bajo la tierra, por todas las criaturas de Dios y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén”
¡Que Dios se levante y que sus enemigos se dispersen y huyan ante su Rostro los que lo odian!
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".
Segundo misterio: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre...
¡Que el tres veces santo eche abajo todos sus planes!
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".
Tercer misterio: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre...
¡Que el Santo Nombre de Dios vivo los divida a través de desacuerdos!
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".
Cuarto misterio: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre...
¡Que el poderoso Nombre de Dios de la Eternidad erradique toda su impiedad!
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".
Quinto misterio: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre...
Señor, yo no deseo la muerte del pecador, sino que se convierta y viva
Se repite 6 veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".
Al finalizar:
Se dice una vez: Jesús mío, misericordia. Gloria al Padre... y se reza nuevamente la Flecha de Oro.
Repetir tres veces: "¡Levántate, Señor, y que tus enemigos se dispersen y huyan ante tu Rostro los que te odian".
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