10 de febrero de 2021

Nuestra Señora de Lourdes

 El 11 de febrero celebramos a nuestra Señora de Lourdes, en recuerdo de las 18 apariciones que la Santísima Virgen hizo a la pequeña Bernardita Soubirous. 


Para conocer sus mensajes, les dejamos un resumen de las apariciones:

Primera Aparición 11 de febrero de 1858
Bernardita fue junto con su hermana Toinettey una amiga a recoger leña a la gruta Massabielle. Oye como una ráfaga de viento, pero los árboles no se mueven. Al levantar la mirada, ve una luz que sale del interior de la gruta. La luz tiene la forma de una joven. Bernardita se frota los ojos, tiene miedo. Saca su rosario e intenta hacer la señal de la cruz. La Aparición sí que hace la señal de la cruz. Entonces Bernardita la imita y reza el rosario. No intercambian palabra alguna. 

Segunda Aparición 14 de febrero
Los padres de Bernardita no quieren que vuelva a la gruta, pero ésta al final les convence. Cuando la Señora se aparece, Bernardita la rocía con agua bendita. La Señora sonríe, sigue sin hablar. 

Tercer Aparición 18 de febrero
Bernardita le pregunta su nombre. La Aparición le responde: “No es necesario” y no se lo dice de momento. Le propone una cita diaria durante quince días y le añade: “No te prometo la felicidad de este mundo, sino la del otro”. Bernardita se sorprende porque le ha tratado de usted. 

Cuarta a Sétima Aparición 19 al 23 de febrero 
Bernardita cumple su promesa y acude a la gruta todos los días. El día 22 la Señora no se aparece. Es una prueba para ella. La Señora y Bernardita se hablan, son citas de confidencias. Mientras, las autoridades acusan a la pequeña joven de perturbar el orden público y la amenazan con meterla en la cárcel. Quieren prohibirle que acuda a la gruta. 

Octava a Doceava Aparición 24 de febrero al 1 de marzo
En esos días, la Iglesia celebra la Cuaresma. En la gruta, Bernardita escucha y repite las palabras de la Señora: “Penitencia. Reza a Dios para la conversión de los pecadores”. A petición de la Señora, la joven anda de rodillas por la gruta y come hierba. Todo eso “por los pecadores”, como Cristo se humilló hasta la muerte. El 25 de febrero la Señora indica a Bernardita un lugar de la gruta y le dice: “Ve a beber y a lavarte en la fuente”. Al principio era un charco de agua fangosa, pero poco a poco va brotando agua clara y limpia. El 26 de febrero no se aparece. Es un viernes de Cuaresma. 

Decimotercera a decimoquinta aparición 2 al 4 de marzo
La Señora envía a Bernardita una misión: “Ve a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en procesión”. Es una nueva prueba para la joven, ya que el párroco de Lourdes no cree en las Apariciones, y en un principio, está en su contra. 

Decimosexta aparición 25 de marzo
Pasaron tres semanas sin novedad. El párroco no había organizado ninguna procesión tal y como le dijo Bernardita. A pesar de ello, los habitantes de Lourdes siguen yendo a la gruta. El día 25 de marzo, la joven se siente llamada de nuevo y acude. La Señora, en esta nueva Aparición, le revela finalmente su nombre: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. La joven corre a repetir el mensaje al párroco. Éste se convence y cree finalmente a Bernardita, pues son conscientes de que ella no pudo inventar esas palabras. 

Decimoséptima Aparición 7 de abril 
Bernardita va a la gruta con una gran vela que le habían dado. Durante la Aparición, la vela se va consumiendo y en un momento dado las manos de la joven rodean la llama. No siente dolor y no se quema. Bonito símbolo: la luz del Resucitado alumbrando a través de la vida de los santos. 

Decimoctava Aparición 16 de julio 
Una vez más, Bernardita se siente impulsada a ir a la gruta. Las autoridades habían vallado la zona y cerrado el acceso. La joven se mantiene a distancia y trata de no ser reconocida. Esta vez, el encuentro se produce en un lugar distinto, al otro lado del río. La Aparición tiene lugar a la caída de la tarde. Bernardita sabe que será la última. Más adelante dirá que vio a la Virgen más bella que nunca.

San Juan Pablo II en Lourdes
“Al arrodillarme aquí, en la gruta de Massabielle, siento con emoción que he llegado a la meta de mi peregrinación. Esta gruta, donde se apareció la Virgen María, es el corazón de Lourdes. Hace pensar en la cueva del monte Horeb, donde Elías se encontró con el Señor, que le habló en el "susurro de una brisa suave" (1 R 19, 12). Aquí la Virgen invitó a Bernardita a rezar el rosario, desgranando ella misma las cuentas. Así, esta gruta se ha convertido en la cátedra de una sorprendente escuela de oración, en la que María enseña a todos a contemplar con ardiente amor el rostro de Cristo. Por eso, Lourdes es el lugar donde oran de rodillas los creyentes de Francia y de muchas otras naciones de Europa y del mundo entero. Esta tarde, también nosotros, peregrinos en Lourdes, queremos recorrer de nuevo, orando juntamente con la Virgen, los "misterios" en los que Jesús se manifiesta "como luz del mundo". Recordemos su promesa: “El que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12).Queremos aprender de la humilde esclava del Señor la disponibilidad
dócil a la escucha y el esfuerzo generoso por acoger en nuestra vida la enseñanza de Cristo. En particular, meditando en la participación de la Madre del Señor en la misión redentora de su Hijo, os invito a orar por las vocaciones al sacerdocio y a la virginidad por el reino de Dios, a fin de que los que han sido llamados respondan con disponibilidad y perseverancia. Contemplando a la santísima Virgen María, digamos con Bernardita: “Mi buena Madre, ten misericordia de mí; me entrego totalmente a ti, para que me des a tu Hijo querido, al que quiero amar con todo mi corazón. Mi buena Madre, dame un corazón que arda completamente por Jesús".(14 de agosto de 2004)

Benedicto XVI en Lourdes
“Es el gran misterio que María nos confía también esta mañana invitándonos a volvernos hacia su Hijo. En efecto, es significativo que, en la primera aparición a Bernadette, María comience su encuentro con la señal de la Cruz. Más que un simple signo, Bernadette recibe de María una iniciación a los misterios de la fe. La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados. El poder del amor es más fuerte que el mal que nos amenaza. Este misterio de la universalidad del amor de Dios por los hombres, es el que María reveló aquí, en Lourdes. Ella invita a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar en ella la fuente de la vida, la fuente de la salvación” (14 de septiembre de 2008)

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