Recordemos y meditemos con las palabras que la Virgen nos regaló en enero y febrero de 2018...
2 de enero: “Queridos hijos, cuando en la Tierra llega a faltar el amor, cuando no se encuentra el camino de la salvación, yo, la Madre, vengo a ayudarlos para que conozcan la verdadera fe, viva y profunda; para ayudarlos a que amen de verdad. Como Madre anhelo su amor recíproco, su bondad y su pureza. Mi deseo es que sean justos y se amen. Hijos míos, sean alegres en el espíritu, sean puros, sean niños. Mi Hijo decía que amaba estar entre los corazones puros, porque los corazones puros son siempre jóvenes y alegres. Mi Hijo les decía que perdonen y se amen. Sé que esto no siempre es fácil: el sufrimiento hace que crezcan en el espíritu. Para poder crecer cada vez más espiritualmente, deben perdonar y amarse sincera y verdaderamente. Muchos hijos míos en la Tierra no conocen a mi Hijo, no lo aman; pero ustedes, que aman a mi Hijo, ustedes que lo llevan en el corazón, oren, oren y, orando, sientan a mi Hijo junto a ustedes, que vuestra alma respire su Espíritu. Yo estoy en medio de ustedes y les hablo de pequeñas y grandes cosas. No me cansaré nunca de hablarles de mi Hijo, amor verdadero. Por eso, hijos míos, ábranme sus corazones, permítanme que los guíe maternalmente. Sean apóstoles del amor de mi Hijo y del mío. Como Madre les pido: no olviden a aquellos que mi Hijo ha llamado para guiarlos. Llévenlos en el corazón y oren por ellos. Les doy las gracias.”
25 de enero: “Queridos hijos, que este tiempo sea para ustedes tiempo de oración, para que el Espíritu Santo, a través de la oración, descienda sobre ustedes y les de la conversión. Abran sus corazones y lean la Sagrada Escritura, para que, por medio de los testimonios, también ustedes puedan estar más cerca de Dios. Hijitos, busquen sobre todo a Dios y las cosas de Dios y dejen las terrenales a la tierra, porque Satanás los atrae al polvo y al pecado. Ustedes están llamados a la santidad y han sido creados para el Cielo. Por eso, busquen el Cielo y las cosas celestiales. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
2 de febrero: “Queridos hijos, ustedes a quienes mi Hijo ama, ustedes a los que yo amo inmensamente con amor maternal, no permitan que el egoísmo y el amor propio reinen en el mundo; no permitan que el amor y la bondad estén ocultos. Ustedes que son amados y que han conocido el amor de mi Hijo, recuerden que ser amados significa amar. Hijos míos, tengan fe. Cuando tienen fe, son felices y difunden la paz; su alma exulta de alegría. En esa alma está mi Hijo. Cuando se dan por la fe, cuando se dan por amor, cuando hacen el bien a su prójimo, mi Hijo sonríe en su alma. Apóstoles de mi amor, yo me dirijo a ustedes como Madre, los reúno en torno a mí y deseo conducirlos por el camino del amor y de la fe, por el camino que conduce a la Luz del mundo. Por causa del amor y de la fe estoy aquí; porque deseo con mi bendición maternal darles esperanza y fuerza en su camino. Porque el camino que conduce a mi Hijo no es fácil: está lleno de renuncias, de entrega, de sacrificio, de perdón y de mucho, mucho amor. Pero ese camino conduce a la paz y a la alegría. Hijos míos, no crean en las falsas voces que les hablan de cosas falsas y de una falsa luz. Ustedes, hijos míos, vuelvan a la Sagrada Escritura. Con inmenso amor los miro y por gracia de Dios me manifiesto a ustedes. Hijos míos, vengan conmigo, que su alma exulte de alegría. ¡Les doy las gracias!”.
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