El viernes 19 de junio celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta fue pedida por el mismo Jesús a santa Margarita María Alacoque en una aparición, durante la octava de Corpus Christi en 1675:
"He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombre y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares. También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute"
En este día hagamos una comunión espiritual, uniéndonos a su Divino Corazón y ofreciendo nuestro amor y reparación a Él. También podemos hacer o renovar nuestra consagración personal al Corazón de Jesús. Les ofrecemos esta oración, escrita por santa Margarita María:
Yo ofrezco y consagro al Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo: mi persona, mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos, y no quiero servirme de ninguna parte de mi ser más que para amarlo, honrarlo y glorificarlo. Esta es mi voluntad irrevocable, pertenecerle totalmente y hacerlo todo por su amor, renunciando de corazón a cuanto pueda desagradarle. Te elijo, Sagrado Corazón de Jesús, por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, el ancla de mi salvación, el remedio de mi fragilidad e inconstancia, para que seas el reparador de todos mis pecados y mi seguro asilo a la hora de mi muerte. Se, pues, bondadosísimo Corazón, mi justificación con Dios Padre y aparta de mí el rigor de su justa indignación. ¡Corazón de Amor! en ti únicamente espero y confío; porque todo lo temo de mi debilidad y malicia, mas todo lo espero de tu misericordia. Aleja de mí cuanto se te resista y te desagrade, y haz que tu purísimo amor se imprima tan profundamente en mi corazón, que jamás pueda olvidarte ni separarme de ti. Te suplico, por tu misma bondad, escribas mi nombre en ti mismo, puesto que toda mi dicha y mi gloria quiero que sea vivir y morir como esclavo tuyo. Amén.
Al día siguiente, el sábado 20 de junio, celebramos la Fiesta del Inmaculado Corazón de María, Madre nuestra. Su Corazón está íntimamente unido al Corazón de Jesús. El Papa Juan Pablo II declaró que la conmemoración del Inmaculado Corazón de María, será de naturaleza "obligatoria" y no "opcional". Es decir, por primera vez en la Iglesia, la liturgia para esta celebración debe de realizarse en toda la cristiandad.
En este día hagamos o renovemos la consagración a su Corazón Inmaculado, lugar lleno de gracia y de paz, para que Ella siempre nos conduzca por la vida y nos guarde de todos los males y peligros del mundo, uniéndonos mayormente al Sagrado Corazón de Jesús. Les invitamos a consagrarse con la oración escrita por san Maximiliano María Kolbe:
Inmaculada, Reina del Cielo y de la Tierra, Refugio de los pecadores y Madre nuestra llena de amor, a quien Dios le confió la economía de la Misericordia. Yo (nombre), pecador indigno, me postro ante ti, suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y posesión tuya.
A ti, Madre, ofrezco todas las dificultades de mi alma y mi cuerpo, toda la vida, muerte y eternidad. Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser sin ninguna reserva para cumplir lo que de ti se ha dicho “Ella te aplastará la cabeza” (Génesis 3, 15) y también “tú has derrotado todas las herejías del mundo”. Haz que en tus manos purísimas y misericordiosas me convierta en un instrumento útil para introducir y aumentar tu gloria en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo, aumentar en cuanto sea posible el bienaventurado Reino del Sagrado Corazón de Jesús.
Donde Tú entras, Inmaculada, obtienes la gracia de la conversión y la santificación, ya que toda gracia que fluye del Corazón de Jesús para nosotros, nos llega a través de tus manos. Ayúdame a alabarte, oh Virgen Santa y dame fuerza contra tus enemigos. Amén.
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío
Inmaculado Corazón de María, sé mi salvación.
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