1 de marzo de 2021

Beata Concepción Cabrera de Armida

El 3 de marzo la Iglesia celebra la fiesta litúrgica de la beata Concepción Cabrera de Armida. Esta mujer fue una laica, madre de familia, esposa, mística y apóstol. Sus escritos místicos son conocidos en el mundo entero.

Breve biografía 
Para una biografía completa, pueden leer aquí el libro "Diario espiritual de una Madre de familia".

Conchita con su marido, el
día de su casamiento.
Concepción Cabrera de Armida, conocida familiarmente como Conchita, nació el 8 de diciembre 1862 en San Luis Potosí, México. Pertenecía a una familia católica practicante, muy numerosa y de clase acomodada. Siendo niña tuvo una especial atracción por el Señor y tenía una profunda devoción por la Eucaristía, tuvo en ese tiempo las primeras experiencias místicas. A pesar de esta inclinación, ella jamás sintió que debía orientar su vida a la consagración religiosa. 

En 1876, en una reunión conoce a quien sería su esposo, Francisco Armida. Contrajo matrimonio con él el 8 de noviembre de 1884, poco antes de cumplir 22 años. Fruto de este enlace nacieron 9 hijos. 

Luego de hacer ejercicios espirituales, nació en su corazón el deseo por la salvación de las almas, comenzando así la obra de organizar retiros espirituales para mujeres. 

Recibió como inspiración, al ver en la hacienda de su familia cómo se grababan con un fierro caliente al ganado las siglas de sus dueños, grabarse en su propio pecho el monograma "JHS" (Jesús Salvador de los Hombres). Así lo narra ella en su autobiografía: "Por fin de ruegos conseguí el permiso de mi director para marcar el monograma en mi pecho el día del Dulce Nombre de Jesús, 14 de enero de 1894. Corté el pecho formando letras grandes con la navaja, J H S en esta forma; luego que lo hice sentí como si una fuerza sobrenatural me arrojara al suelo y con la frente en la tierra, en los ojos las lágrimas y el fuego en el corazón le pedía al Señor con vehemencia, con un celo devorador la salvación de las almas: ¡JESUS, SALVADOR DE LOS HOMBRES, SALVALOS, SALVALOS!". A partir del grabado del monograma de Jesús, empieza a recibir mayores gracias místicas, una de ellas fue el desposorio místico con Cristo (como lo tuvo Santa Catalina de Siena o la venerable Marthe Robin). Ese mismo año recibirá la visión de la Cruz del Apostolado y junto con ella la misión de fundar el Apostolado de la Cruz con el fin de "salvar almas", el mismo fue fundado en 1895 con autorización del obispo. 
Cruz del Apostolado
que vio Conchita.


En 1897, Conchita funda una congregación femenina con la espiritualidad del Apostolado de la Cruz, las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, consagradas de vida contemplativa, dedicadas a la Adoración Eucarística Perpetua, pidiendo especialmente por la santificación de los sacerdotes.

Durante su vida comenzó a publicar, con autorización de su director espiritual, los escritos que contenían la doctrina de la espiritualidad de la Cruz que ella recibía por revelaciones privadas. En total fueron 46 obras, además de la Cuenta de Conciencia (citada como CC), que abarca 40 años, en total suman 158 volúmenes. En los escritos la temática es desde la vida trinitaria, la Cruz, el Corazón de Cristo, la devoción Eucarística y mariana, la salvación de las almas, el sacerdocio, el Espíritu Santo y el amor a la Iglesia.

La Iglesia comienza a estudiar los escritos y la vida de esta mística en el año 1900, con el fin de confirmar la sobrenaturalidad o no de las revelaciones que recibía. Recibió en ese mismo año la confirmación de que las inspiraciones que recibía provenían del Cielo. 

En 1901 muere su esposo Francisco. Fue un momento duro y doloroso para ella, quedando sus 8 hijos huérfanos y ella a su cargo. Ella decía: "A mí, repito, no me estorbaba el cariño de Pancho para amar a Dios; yo lo quería con una sencillez muy grande y como envuelta con el amor de mi Jesús. No veía para mi otro camino". Ella tenía esa capacidad de unir las cosas de la tierra, sus obligaciones y la vocación a la santidad matrimonial. 

Beata Conchita y el venerable
Padre Félix de Jesús Rougier
En medio de esta y otras dificultades, Conchita siente la necesidad de un director espiritual nuevo. Escucha de un nuevo sacerdote de los Maristas que había llegado a la ciudad y recibe la inspiración de hablarle, es el venerable Padre Félix de Jesús Rougier. Fue el 4 de febrero de 1903, este encuentro marcaría la vida de ambos santos para siempre. 

Recibió el 25 de marzo de 1906 la mayor gracia de todas: la encarnación mística. Ella relata que Jesús le decía lo siguiente: "Estando en la oración después de comulgar, (Jesús) me dijo así: "Prepárate para el día que la Iglesia celebra la Encarnación del Divino Verbo; en ese día bajé a unirme con María tomando carne en su purísimo seno, para salvar al mundo. Ese día quiero unirme espiritualmente con tu alma y darte una nueva vida, vida divina e inmortal, en el tiempo y en la eternidad... Prepárate, purifícate, límpiate, porque es muy grande, muy grande el beneficio que se te prepara" (CC 9,33-35: 17 febrero 1897) "Para esta clase tan subida de gracias, Yo antes hago pasar al alma por mil crisoles; y bañándola con la superabundancia de mis gracias, la preparo a esta altísima unión en que la Pureza, no puede unirse con lo manchado" . (CC 24,61-68: agosto 1906).

Ella narró lo que sucedió ese día en su Cuenta de Conciencia:  "
Antes de la Misa, postrada ante el Sagrario, me humillé cuanto pude, delante de mi Jesús; le pedí perdón, renové mis votos: le ofrecí no llenar mi corazón así de tierra como hasta aquí y así, VACIA, lo recibí en la Comunión .
Conque, en los primeros «mementos» de la Misa, voy sintiendo la presencia de mi Jesús junto de mí, y escuchando su divina voz que me dijo :
"Aquí estoy me dijo el Señor, quiero encarnar en tu corazón místicamente. Yo cumplo lo que ofrezco;
he venido preparándote de mil modos, y ha llegado el momento de cumplir mi promesa, RECÍBEME
». (Y yo sentí un gozo con vergüenza indecible. Pensé que ya lo había recibido en la Comunión, pero Él, como adivinándome, continuó) 
No es así; de otro modo, además, hoy me has recibido. Tomo posesión de tu corazón; me encarno místicamente en él, para no separarme jamás.

"Ésta es una gracia muy grande que te viene preparando mi bondad; humíllate y agradécela" . (CC 22,167-177: 25 marzo 1906).

En noviembre de 1909 funda la Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús, para laicos que deseen consagrarse más profundamente en la espiritualidad de la Cruz y después la Fraternidad Cristo Sacerdote, para asociar a obispos y sacerdotes del clero secular a las Obras de la Cruz. 

Con el fin de iniciar una Congregación para hombres con la espiritualidad del Apostolado de la Cruz, recibe un pedido de Roma de enviar varios de sus escritos en los que estaban su autobiografía y las revelaciones privadas y experiencias místicas que había recibido. El obispo de México tiene la intuición de llevar personalmente a Roma a Conchita para los estudios y aclarar cualquier duda sobre ella que pudiera tener la Santa Sede, con ocasión de una peregrinación a Tierra Santa. Fue en 1913 y en dicha ocasión, san Pío X le da aprobación para la fundación de los Misioneros del Espíritu Santo, que originalmente se llamarían Sacerdotes de la Cruz.

En 1914 en México, la revolución social toma un tinte totalmente antirreligioso, siendo el inicio de la que más tarde sería la guerra cristera. Ella escribe en su diario: "Las cosas políticas empeorando. Mil abusos y la guerra al Clero en todo su esplendor. ¡Oh Dios mío, Dios de mi corazón! En Ti hemos puesto nuestra esperanza, no seremos confundidos. ¡Pobre México! Está recibiendo el azote de Dios y ojalá nos sepamos aprovechar". 

Conchita junto a algunos de sus hijos y nietos,
ya en su vejez.
Desde 1917 inicia el proceso en el que se ve disminuyendo tanto su apostolado externo como las gracias místicas que recibía. La voz de Jesús que escuchaba en su interior poco a poco se va yendo. A su vez, sus hijos se empiezan a ir de su casa para casarse o consagrarse a Dios. Empieza a configurarse con la soledad y el abandono de Cristo y de la Virgen Dolorosa. Llegó a decir a sus más cercanos que Jesús, con quien conversaba a diario, de repente fue "como si nunca nos hubiéramos conocido". 

Vive también el período de la guerra cristera (1926-1929), en una carta a una amiga le dice: "Ya tenemos muchos mártires en México que están haciendo favores. Bendito sea Dios, y Él sabe su cuento. Hay que adorar sus designios. ¿Para qué andar confiando en este o aquel medio?... Para Dios todos son medios y cuántas veces se complace en hacer las cosas contra todos los medios humanos, para que resplandezca más su gloria. En buena hora que suframos y roguemos, pero también debemos adorar sus tardanzas, amar sus miras y esperar contra toda esperanza el triunfo y la paz que nos dará sin duda. México no perderá la fe mientras tenga a María". En dicho período esconde a muchos sacerdotes, obispos y religiosas en sus casas para salvarlos de la persecución. 


Murió santamente el 3 de marzo de 1937,
rodeada de sus hijos y numerosos nietos. Por un permiso especial que recibió del papa san Pío X, tenía sus votos válidos a la hora de la muerte como Religiosa de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús y fue enterrada con el hábito de dicha congregación. En 1974 sus restos fueron depositados para la veneración en la Casa de Formación de los Misioneros del Espíritu Santo y ese mismo año se inició su causa de beatificación. En 1999 el papa san Juan Pablo II la declaró venerable y fue beatificada por el papa Francisco el 4 de mayo de 2019 en la Basílica de Guadalupe.

La vida de esta mujer laica, mística y apóstol es un mensaje para todos los tiempos. Adelantándose al Concilio Vaticano II en la llamada a todos los fieles bautizados a su santificación y a tomar conciencia de su sacerdocio bautismal, la beata Concepción Cabrera nos invita a vivir la unión con Dios, el sacrificio y el sufrimiento unidos a Jesús. 


LA CRUZ DEL APOSTOLADO


Le fue revelada a la beata Conchita en una visión, a finales del mes de enero de 1894. Ella lo relata así en su diario espiritual: "Esta mañana, después de comulgar, estando recogida haciendo mi oración en la Iglesia de la Compañía vi de repente una cosa como alegoría. Era como un inmenso cuadro de luz encendida, aclarándose hacia el centro, siendo blanquísima la de enmedio. Encima de todas estas clases de luces con miles de rayos de oro y fuego, una paloma blanca, extendida de sus alas, mero arriba, como abarcando todo aquel conjunto de luz. Debajo de la paloma en el fondo de aquella inmensa luz, una Cruz grande, muy grande. Una Cruz con un Corazón en el centro, de donde los brazos parten. Un Corazón, pero no pintado, vivo, palpitante, de carne, pero como glorificado, que transciende virtud, calor y vida. Tiene lanza, pero no se ve la punta por estar dentro del Corazón, pero sí la ancha herida, que hace brotar sangre entre líquida y cuajada, y escurre sobre la Cruz. Tiene este Corazón espinas agudísimas como que lo aprietan penetrándolo, y duele verlas. Las llamas que proceden del Corazón suben moviéndose como con violencia, como despedidas de un volcán, y casi cubren y descubren a la Cruz chiquita que está plantada o se ve salida un poco del Corazón".

En la parte superior se encuentra una paloma blanca, que representa al Espíritu Santo, Señor y Dador de vida. Él es quien hace posible la presencia de Cristo en el alma de cada persona y quien guía y da aliento a la vida cristiana. La Cruz grande hace referencia a que Cristo mismo bajó del cielo para morir en la Cruz con el deseo de salvar a todos los hombres y el mandato de Jesús, de que si queremos seguirlo que carguemos con nuestra cruz. El Corazón representa al Sagrado Corazón de Jesús, vivo y palpitante, sufriendo de amor por nuestra salvación, por la salvación de cada uno de nosotros. La lanza recuerda el traspaso del Corazón de Jesús en la Cruz, en la cual brotaron la sangre y el agua que dieron vida a toda la Iglesia a través de los sacramentos por los que somos salvados, redimidos y transfigurados en Cristo.  

Jesús prometió a Conchita: "Esta Cruz del Apostolado ahuyentará al demonio. Esparcirá virtud, de la que está llena. Curará las almas y los cuerpos. Hará muchos milagros".

¡JESÚS, SALVADOR DE LOS HOMBRE, SÁLVALOS, SÁLVALOS!
¡BEATA CONCEPCIÓN CABRERA, RUEGA POR NOSOTROS!

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