10 de octubre de 2015

María Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schöenstatt


Queridos amigos,
La Iglesia se alegra y celebra el próximo 18 de octubre la fiesta de María Madre, Reina y Victoriosa, Tres Veces Admirable de Schöenstatt, una advocación mariana surgida de un gran amor e intercambio entre el cielo y la tierra.

Historia de Schöenstatt
Padre José Kentenich
El origen de esta advocación radica en el fundador del Movimiento Apostólico de Schöenstatt, el Padre José Kentenich. Nacido en una familia muy pobre alemana, de madre soltera. Se cría en casa de sus abuelos y se educa en la escuela común, con un sistema pedagógico estático, de aprendizaje mecánico, memorizando todo sin lugar a cuestionamientos. Esto crea en el pequeñito José un deseo revolucionario de cambiar la pedagogía, algo que más adelante haría efectivamente. A los 15 años decide consagrarse como sacerdote para misionar en África, e ingresa en el Seminario de los Padres "Vamos a trabajar mucho, yo les exigiré pero ustedes también podrán exigirme mucho". Luego, es nombrado Director Espiritual de los Seminaristas, un grupo muy rebelde: pintadas en las paredes del seminario, un clima de total agresividad y enfrentamiento, discusiones, roces... El padre Kentenich entonces decide formar una Congregación Mariana, con el fin de ayudarlos a, a través del modelo de María, ser totalmente educados por ella. Esto se los propone en la Capillita de San Miguel, en el Valle de Schöenstatt donde los seminaristas habían pedido hacer sus ejercicios espirituales. Fue el domingo del 18 de octubre de 1914... Esa plática es conocida dentro del Movimiento como Acta de Fundación de Schöenstatt, la cual reproducimos a continuación...
Palotinos. Afrontando dificultades por su espíritu revolucionario, más aún siempre fiel a la doctrina de la Iglesia, casi no pudo ordenarse, según un tribunal teniendo 2 votos negativos y 1 a favor. Cuando se lo comunican, el miembro del tribunal cambia de opinión debido a su serenidad al recibir la noticia. Se ordena en la Sociedad del Apostolado Católico (Padres Palotinos), pero no puede ir a misionar a África como tanto desea, sino que lo nombran profesor de latín en la Comunidad. Su método pedagógico era de una "alianza":
Ante todo, vuelvo a saludarles con el hermoso saludo que hacía tiempo no les dirigía: “Nos cum prole pia, benedicat Virgo María”, con Cristo su Hijo, bendíganos la Virgen María.  Es la primera vez que esta divisa de congregantes resuena en este lugar.  ¡Que se prolongue y siga resonando por todos los tiempos venideros!
Tanto el padre como la madre y los hijos, se alegran al poder tomar posesión de un hogar propio, aunque éste sea poco vistoso y pobre en comparación con la magnífica casa de arriendo que acaban de dejar.  El pensamiento:  “La casa es nuestra” excede a todas las demás ventajas.  De esta pura alegría familiar podemos también gozar nosotros en el día de hoy.  Esta Capillita pertenece a nuestra pequeña familia de congregantes, a cuya cabeza reina nuestra Madre Celestial.  Es toda nuestra, es únicamente nuestra.  Sin envidia alguna cedemos a otros la capilla más hermosa de la casa, nuestra casa arrendada, que teníamos hasta ahora.  Nos alegramos y no nos dejaremos quitar por nadie esta alegría.   Pero, en el día de hoy, además de la alegría, también un sentimiento de santo orgullo hace palpitar más fuertemente nuestros corazones, porque el Santuario que se hallaba desde tiempos inmemoriales más o menos abandonado, desmantelado y vacío, ha sido restaurado por nosotros, y por iniciativa nuestra dedicado a la Sma. Virgen.  Por lo menos, desde que habitan y trabajan aquí los Pallottinos, no han lucido estas paredes adorno más bello que hoy. ¿Podemos acaso encontrar en este feliz acontecimiento un presagio favorable del futuro desarrollo de nuestra joven Congregación?
¡Sin duda!  Sería una obra sublime, digna del esfuerzo y de la actividad de los mejores, si nosotros, los congregantes, lográsemos introducir en nuestro internado un ardiente amor a María, y una intensa aspiración a la virtud en los estudiantes, como no la hubo jamás aquí.
Pero, ¿por qué me expreso con tanta timidez y reserva?  ¿Acaso he perdido la confianza en ustedes?  Cierto es que sólo quedan las ruinas de nuestra floreciente Congregación.  Pero, de las ruinas brotará pronto nueva vida.  Garantía de ello es para mí la fiel cooperación de ustedes durante el año pasado y el auténtico espíritu mariano que han adquirido.  Puede ser que durante las vacaciones, bajo el humo y el polvo de la vida diaria, se hayan desvanecido algunos ideales, que uno u otro propósito formulado en el decurso del año y que hemos tenido por invariable, no haya resistido la prueba en la vida práctica.  Pero una cosa nos ha quedado – estoy seguro de ello – y ésta es la convicción de que la auténtica grandeza moral y religiosa, según el estado de cada cual, es inseparable de un verdadero congregante.  Y hoy día, lo mismo que a fines del último año escolar, nos anima la voluntad de triunfar, de realizar el ideal de nuestra Congregación.  No, mis queridos congregantes, no he perdido la confianza en ustedes.  Sé que construyendo sobre lo que hemos alcanzado hasta ahora, haremos grandes progresos en este año, tal como nos lo habíamos propuesto el año pasado.
Este desarrollo lento de nuestra gracia vocacional y el mayor grado de espíritu religioso y apostólico originado por este desarrollo no es, sin embargo, lo que quisiera proponerles como meta.  Mi exigencia se refiere a algo incomparablemente superior:  cada uno de nosotros ha de alcanzar el mayor grado posible de perfección y santidad, según su estado.  No simplemente lo grande, ni algo más grande, sino precisamente lo más excelso ha de ser el objeto de nuestros esfuerzos intensificados. Ustedes comprenderán que me atrevo a formular una exigencia tan extraordinaria sólo en forma de un modesto deseo.
Pero si ustedes quieren saber el origen de este anhelo, me parece que puedo manifestarles una secreta idea predilecta.
San Pedro, después de haber contemplado la gloria de Dios en el Tabor, exclamó arrebatado: “¡Qué bien estamos aquí!  ¡Hagamos aquí tres tiendas!”.  Una y otra vez vienen a mi mente estas palabras y me he preguntado ya muy a menudo: ¿Acaso no sería posible que la Capillita de nuestra Congregación al mismo tiempo llegue a ser nuestro Tabor, donde se manifieste la gloria de María?  Sin duda alguna no podríamos realizar una acción apostólica más grande, ni dejar a nuestros sucesores una herencia más preciosa que inducir a nuestra Señora y Soberana a que erija aquí su trono de manera especial, que reparta sus tesoros y obre milagros de gracia.   Sospecharán lo que pretendo:  quisiera convertir este lugar en un lugar de peregrinación, en un lugar de gracia, para nuestra casa y toda la Provincia alemana y quizás más allá.  Todos los que acudan acá para orar deben experimentar la gloria de María y confesar:  ¡Qué bien estamos aquí!  ¡Establezcamos aquí nuestra tienda!  ¡Este es nuestro rincón predilecto!  Un pensamiento audaz, casi demasiado audaz para el público, pero no demasiado audaz para ustedes.  ¡Cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande!  ¿Por qué no podría suceder también lo mismo con nosotros?  Quien conoce el pasado de nuestra Congregación  no  tendrá dificultades en creer que la Divina Providencia tiene designios especiales respecto a ella. Al decir esto, mis queridos congregantes, siento que  mis palabras encuentran eco.  ¡Ya están ardiendo sus corazones!  Ustedes han hecho suyo mi proyecto:  lo pongo tranquilamente en sus manos, lo mismo que su ejecución, y no tengo reparo en escribirlo en nuestra crónica.  ¡Que las generaciones venideras nos juzguen!  ¿Alcanzaremos el fin que nos hemos propuesto?  En cuanto depende de nosotros, mis queridos congregantes, - y esto no lo digo vacilando y dudando, sino con plena convicción -, todos nosotros haremos todo lo posible.  Tal como para nuestro segundo patrono, san Luis Gonzaga, una capilla de la Sma. Virgen en Florencia fue el origen de su santidad, así también esta capilla de nuestra Congregación será para nosotros cuna de santidad.  Y esta santidad hará suave violencia a nuestra Madre Celestial y la hará descender hasta nosotros.
Hace más de cinco siglos los ingleses y franceses se destrozaban en una guerra sangrienta.  Francia ya estaba a punto de quedar totalmente aniquilada.  Al mismo  tiempo, una humilde aldeana francesa imploraba en fervorosa oración a la Sma. Virgen la salvación de su rey.  De repente se le aparece el Arcángel san Miguel y le dice:  “Aquella que el gran Dios reconoce por Madre suya me ha ordenado que me presente a ti, para anunciarte que ciñas la espada, cubras tu cuerpo con una coraza y defiendas la causa de la justicia. l Tú librarás la ciudad de Orleáns de sus enemigos y llevarás al rey a Reims a ser coronado.  En la Iglesia de santa Catalina de Fierbois está enterrada una espada detrás del altar.  Hazla sacar y cíñetela”.
La joven se llamaba Juana de Arco, conocida en la historia como la Doncella de Orleáns.  Pío X la beatificó en 1909.  Se me figura que nuestra Señora, en estos momentos, en la antigua capilla de san Miguel nos dirige estas palabras por boca del santo Arcángel: “Amo a los que me aman.  Pruébenme primero por hechos que me aman realmente y que toman en serio su propósito.  Ahora tienen para ello la mejor oportunidad.
Según el plan de la Divina Providencia, debe ser la gran guerra europea. Un medio extraordinariamente provechoso para ustedes en la obra de su propia santificación. En esta santificación la que exijo de ustedes. Ella es la coraza que tienen que ponerse, la espada con que deben librar a su patria de sus enemigos extraordinariamente poderosos”
Origen del Cuadro de la Virgen
Imagen en la Iglesia de Dios Padre,
del Santuario Nuevo Schöenstatt
en Florencio Varela. 
De esta forma quedaba fundado el Movimiento de Schöenstatt, en la Capilla de San Miguel. Pero la Capilla aún no tenía imagen de la Virgen, el único testigo de esa Alianza de Amor de 1914 fue san Miguel Arcángel, cuya imagen sigue aún hoy en los Santuarios de Schöenstatt.
Un sacerdote Palotino le comenta al Padre Kentenich que encontró una imagen en un anticuario, que si desea podía enviársela. El Jueves Santo de 1915 la imagen llega a Schöenstatt y el domingo de Pascua es llevada al Santuario. Al descubrirla, los primeros congregantes no les convence, no les gusta, es muy italiana para ellos. Entonces, el Padre Kentenich empieza a orar y a entender el sentido de la Alianza de Amor con María está en esa bellísima imagen, de esa forma la Virgen, esa imagen, va siendo cada vez más amada por todos los congregantes y la entronizan en el centro del retablo del Santuario. 

La Alianza de Amor con María
La Alianza de amor es la renovación de las promesas bautismales, de la mano de María. Significa, vivir y santificarse por medio de María, con María y en María. También es un "intercambio de intereses" con la Virgen. Es decir, nosotros los hombres le ofrecemos nuestras oraciones, sacrificios, trabajo, y todo lo que vivimos a la Virgen para sumarlo al "Capital de Gracias" y de esta forma María lo transforma en gracias y bendiciones para nosotros y el mundo entero, según ella dispone como "Mediadora de todas las gracias". La alianza de Amor es una "consagración" con un acento muy importante en que nosotros nos consagramos a Ella y Ella se consagra a nosotros.

Santuario de Schöenstatt de Florencio Varela (Argentina)
Santuarios de Schöenstatt
El Padre Kentenich funda en 1926 el Instituto de Hermanas de María, como fruto de la Alianza de Amor y las gracias del Santuario, necesitando personas que encarnen el mensaje de Schöenstatt. Envía a Uruguay un grupo de hermanas para ayudar a los inmigrantes alemanes en esa zona. Una de las hermanas llevó consigo los planos del Santuario Original, y decidió que construirían un Santuario parecido al original allí, en Nueva Helvecia. En ese entonces, el P. Kentenich fue detenido en el Campo de Concentración de Dachau y no pudo conocerlo hasta su visita por Sudamérica.
Desde ese entonces, hay réplicas en cada lugar donde se encuentra el Movimiento. Aproximadamente hay 200 en todo el mundo y más de 20 en Argentina. Se encuentra en "conquista espiritual" los Santuarios Argentinos de Chaco, San Luis y San Juan.

Sepa más de Schöenstatt...
Puede conocer más de la espiritualidad y vida  de Schöenstatt en la página www.schoenstatt.org y otros sitios que en esa página le pueden brindar.

Santuarios de Schöenstatt en Argentina
María te espera en el Santuario para darte sus gracias y bendiciones ¡acercate!
Estos son solo algunos de los más conocidos, para mayor información  y teléfonos: https://schoenstatt.wordpress.com/santuarios/

En Capital Federal...
  • Santuario Tabor de María, Corazón de la Ciudad. Bendecido en 1963. Dirección: Echeverría 3650
  • Santuario de Confidentia Bedecido en 1995. Dirección Riobamba 1050

En Provincia de Buenos Aires...
  • Santuario del Padre Nuevo Schöenstatt Bendecido por el Padre Kentenich el 20 de enero 1952, es el Santuario Nacional y Central de Argentina. Dirección: Misiones 2501 (Florencio Varela)
  • Santuario de Sión del Padre: Bendecido por el P. Esteban Uriburu, el 27 de febrero de 1994. Dirección: Calle 56, 652 (Florencio Varela)
  • Santuario de la Santa Familia: Bendecido el 31 de mayo de 1988. Dirección: Elfein 2300 (San Isidro)
  • Santuario de las Nuevas Playas Bendecido el 20 de octubre de 1986 Dirección: Fray Luis Beltrán (detrás del Parque Camet) Mar del Plata.

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