Celebramos en este día la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. En este día, pedido por Jesús a través de una mística, santa Juliana de Cornillon, la Iglesia pone de manifiesto su Fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, donde está con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, para ser comido por todos nosotros y ser adorado, que Él que se queda con nosotros para vivir en medio de nosotros y dentro de cada uno de nuestros corazones, enseñándonos a 'permanecer', que es lo propio del amor.
Para meditar mejor sobre el misterio de Jesús, Pan de Vida, les compartimos la siguiente reflexión de la beata Concepción Cabrera de Armida, extraída del libro "Yo soy".
YO SOY EL PAN DE VIDA (Juan 6, 48)
Jesús, que transforma el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre, viene al débil, para alimentarlo y
darle su misma vida.
Dice Jesús: "Yo soy el Pan de la vida. El que venga a Mí, no tendrá hambre, y el que crea en Mí, no tendrá nunca sed". Humildad infinita y amor sin término te dicen estas palabras pronunciadas, más que por mis labios, por mi Corazón, abismo de bondad. Pan de vida, es decir, alimento inmortal, substancia divina que te fortalecerá para llegar a la Patria sin morir en el camino. “El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna”, y esa vida es la vida verdadera, la vida de la gracia que jamás muere, la vida inmortal que permanecerá para siempre. La Eucaristía tiene la virtud de convertirte en mí. ¡Si comprendieras el don de Dios, Yo soy el Pan de vida bajado del cielo por puro amor! Mi Carne y mi Sangre te darán fortaleza en los combates de la vida, y te comunicarán el vigor celestial que llevó a los mártires a entregarse por amor.
Yo quiero vivir en ti para que vivas tú en mí, con una divina transformación. Dije a mi Padre
celestial: "Yo estoy en ellos y Tú estás siempre en Mí, para que sean consumados en la unidad",52 porque con esa intimidad quiero comunicarme a ti; y éstos serán los efectos del Pan de vida, el que vivas unido, compenetrado de tu Jesús, uno con el Padre y el Espíritu Santo. Ven a recibir este Pan de caridad, que nada cuesta, que "se da de balde", pues basta la limpieza de corazón para acercarse a la Eucaristía. Ven, "Yo soy el pan vivo que ha descendido del cielo”.
Oración: Señor Jesús, yo vivo en ti, porque tú dijiste: "Como Yo vivo en mi Padre, el que come mi carne vivirá en mí". Yo siento circular por mis venas tu vida divina, experimento la fuerza de los mártires para abrazar cualquiera cruz. Ya no temo porque no sólo mi vida, sino mi vivir es Cristo; es
Cristo quien vive en mí. 57 En mí está el germen eucarístico de la resurrección y la vida.
Jesús, Tú mismo te pusiste ese nombre de Pan, el más común alimento de los pobres y de los ricos, de los niños y de los ancianos, y a la vez el más adecuado a ti, Dios bondadoso; tu poder es infinito y en el exceso de tu amor te entregas a ti mismo para hacer el bien.
Soy débil, pero tú eres mi fortaleza; no tengo virtudes, pero tú las tienes todas, y me las comunicarás
una a una, si te soy fiel. "Todo lo podré en Aquel que me conforta". Permanece en mí, y dame un amor continuo, intenso, que me una a ti. ¡Oh Jesús, dame siempre de ese Pan!
Virgen María, Madre del Pan de vida, que nunca me falte el Pan de la Eucaristía. Amén.
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