"Escucha, ponlo en tu corazón hijo mío el menor, que no es nada lo que espanto, lo que te afligió que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad, ni ninguna otra cosa punzante, aflictiva. ¿No estoy aquí, yo, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa? Que ninguna otra cosa te aflija, te perturbe; que no te apriete con pena"
(del Mensaje de Nuestra Señora de Guadalupe, 1531)
El 12 de diciembre celebramos a nuestra Madre de Guadalupe, la primera aparición mariana que se da en las tierras "del nuevo mundo", de América. Esta aparición fue crucial para promover la evangelización en todo el continente, porque María con su misma presencia y su milagrosa imagen, hablando el lenguaje del indio san Juan Diego, mostrándose mestiza (signo de inculturación de la fe en las culturas originarias)... Todo en el mensaje de la Virgen en Guadalupe es un mensaje de amor, de paz, de volver a sus brazos maternos. María en esta aparición, hace un llamado particular a que cada uno acuda a Ella como Madre, que nos acerquemos a Ella para confiarle nuestros sufrimientos, dolores, penas, que Ella en sus brazos nos recibe como estemos. ¡Acudamos con amor y confianza a María, nuestra Madre!
En su primera aparición, la Virgen le dice: "Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive: del Creador cabe quien está todo: Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mi confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y dolores. Y para realizar lo que mí clemencia pretende, ve al palacio del Obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que deseo, que aquí me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por seguro que te lo agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que yo recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Mira que ya has oído mi mandato hijo mío el más pequeño, anda y pon todo tu esfuerzo".
En la fiesta de nuestra Señora de Guadalupe, celebrada en el Vaticano en 2017, el papa Francisco hizo la siguiente reflexión: "Junto a Isabel, la mujer estéril, contemplamos a Isabel la mujer fecunda-asombrada. Es ella la primera en reconocer y bendecir a María. Es ella la que en la vejez experimentó en su propia vida, en su carne, el cumplimiento de la promesa hecha por Dios. La que no podía tener hijos llevó en su seno al precursor de la salvación. En ella, entendemos que el sueño de Dios no es ni será la esterilidad ni estigmatizar o llenar de vergüenza a sus hijos, sino hacer brotar en ellos y de ellos un canto de bendición. De igual manera lo vemos en Juan Diego. Fue precisamente él, y no otro, quien lleva en su tilma la imagen de la Virgen: la Virgen de piel morena y rostro mestizo, sostenida por un ángel con alas de quetzal, pelícano y guacamayo; la madre capaz de tomar los rasgos de sus hijos para hacerlos sentir parte de su bendición. Pareciera que una y otra vez Dios se empecina en mostrarnos que la piedra que desecharon los constructores se vuelve la piedra angular (cf. Sal 117,22)”.
Para conocer el mensaje completo de nuestra Señora de Guadalupe, pueden descargar la traducción al español del libro "Nican Mopohua", el primer relato de las apariciones realizado en lengua nahuatl. Para descargarlo gratuitamente en pdf, pueden hacer click aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.