18 de mayo de 2021

Novena de Pentecostés | Día 6

 DÍA 6
SE ESTREMECIÓ DE GOZO MOVIDO POR EL ESPÍRITU

PALABRA DE DIOS (Lucas 10, 21-23)

“ En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: «¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!”


REFLEXIÓN (San Juan Pablo II, “Dominum et vivificantem” #20) 

“Jesús se alegra por la paternidad divina, se alegra porque le ha sido posible revelar esta paternidad; se alegra, finalmente, por la especial irradiación de esta paternidad divina sobre los « pequeños ». Y el evangelista califica todo esto como « gozo en el Espíritu Santo ».

Este « gozo », en cierto modo, impulsa a Jesús a decir todavía: « Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quien es el Padre sino el Hijo, y aquél a quien se lo quiera revelar ».

Lo que durante la teofanía del Jordán vino en cierto modo « desde fuera », desde lo alto aquí proviene « desde dentro », es decir, desde la profundidad de lo que es Jesús. Es otra revelación del Padre y del Hijo, unidos en el Espíritu Santo. Jesús habla solamente de la paternidad de Dios y de su propia filiación; no habla directamente del Espíritu que es amor y, por tanto, unión del Padre y del Hijo. Sin embargo, lo que dice del Padre y de sí como Hijo brota de la plenitud del Espíritu que está en él y que se derrama en su corazón, penetra su mismo « yo », inspira y vivifica profundamente su acción. De ahí aquel « gozarse en el Espíritu Santo ». La unión de Cristo con el Espíritu Santo, de la que tiene perfecta conciencia, se expresa en aquel « gozo », que en cierto modo hace « perceptible » su fuente arcana. Se da así una particular manifestación y exaltación, que es propia del Hijo del Hombre, de Cristo-Mesías, cuya humanidad pertenece a la persona del Hijo de Dios, sustancialmente uno con el Espíritu Santo en la divinidad.

En la magnífica confesión de la paternidad de Dios, Jesús de Nazaret manifiesta también a sí mismo su « yo » divino; efectivamente, él es el Hijo « de la misma naturaleza », y por tanto « nadie conoce quien es el Hijo sino el Padre; y quien es el Padre sino el Hijo », aquel Hijo que « por nosotros los hombres y por nuestra salvación » se hizo hombre por obra del Espíritu Santo y nació de una virgen, cuyo nombre era María”


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.