"Misericordiosos, como el Padre, con María"
29 de noviembre al 7 de diciembre.
Cada día de la novena se reza:
Hacemos la señal de la cruz, rezamos la invocación al Espíritu Santo, el Pésame, la oración de San Miguel Arcángel y la oración inicial.
Luego, se reza la plegaria que corresponde al día y se reza el Rosario.
Finalizamos el Rosario y rezamos la oración final, la consagración a la Inmaculada y hacemos la señal de la cruz.
Si se desea, también puede rezarse, luego del rosario, la Coronilla de la Divina Misericordia.
Oraciones de la Novena
- Invocación al Espíritu Santo: Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del
Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa, ven. (Repetirlo 3 veces).
-Pésame Pésame, Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido, pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí, pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y grande como vos. Antes querría haber muerto que haberte ofendido y propongo, ayudado con tu Divina Gracia, firmemente no pecar más y evitar toda ocasión próxima de pecado. Amén.
-Oración a San Miguel Arcángel: San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, se nuestro amparo contra las asechanzas del enemigo. Reprímale, Dios, a satanás, pedimos suplicantes y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al inifierno con el Divino Poder a satanás y los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo, buscando la perdición de las almas. Amén.
-Oración Inicial. (Se reza todos los días): Oh Dios, que en la Inmaculada Concepción de María nos dejaste una normativa de ser puros y rectos, abiertos al Espíritu Santo y dóciles instrumentos tuyos para la obra de tu Redención, te rogamos por intercesión de su Corazón Inmaculado, las gracias que necesitamos (decirlas...) y la gracia de vivir el Año Santo de la Misericordia en comunión con toda la Iglesia y por la protección y bendición de nuestro Papa Francisco. Ayúdanos, Señor, a que este Año Santo podamos sentir tu amor, misericordia y paz sobre cada uno de nosotros. Amén.
-Modo de rezar el Rosario:
Durante esta novena solo se rezan los Misterios Gozosos.
Por cada uno de los Misterios se reza: Padrenuestro, 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria de Fátima "Oh Jesús mío perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia. Amén" y se puede añadir: "Reina de la Paz, ruega por nosotros"
Al finalizar los cinco misterios, se reza el Salve Regina.
Misterios: 1)La Anunciación del Ángel a la Virgen 2) La Visitación de la Virgen a Isabel. 3) El Nacimiento de Jesús en Belén. 4) La Presentación de Jesús al Templo. 5) Jesús perdido y hallado en el Templo.
-Oración final (Se reza todos los días): Dios, rico en amor y misericordia, te damos gracias por todas las bendiciones que nos regalaste y por la misericordia que tuviste con nosotros. Regálanos, oh Señor, la gracia de una vida pura, de un alma llena de tu Amor y de una conciencia recta. Concédenos, oh Dios, que cada vez que estemos en pecado podamos acudir al sacramento del Perdón y ser alimentados con el Cuerpo de Jesús para santificarnos de todo mal y peligro. Protégenos, oh Dios, por tu infinito amor, de satanás y los espíritus malignos que nos quieren alejar de tu Misericordia. Amén.
Jesús, en ti confío.
-Consagración a la Inmaculada: Oh Señora mía, oh Madre mía, oh Inmaculada Madre, yo me ofrezco todo a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, oh Madre de Misericordia, guárdame, defiéndeme y utilízame como instrumento y posesión tuya, y, te ruego, hazme misericordioso como el Padre. Amén
Reflexiones para cada día
Día 1. Jesús misericordiosísimo, que desde el tesoro de tu misericordia les concedas a todos tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de tu compasivísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de él. Te lo suplicamos por el inconcebible amor tuyo con que tu Corazón arde por el Padre celestial.
María, dejas ese Cielo de pureza y hermosura, para venir a la tierra a ofrecernos la paz, el perdón y la piedad. ¡Madre amorosísima! Ven a nuestro lado con frecuencia a darnos fuerza para la virtud y el
bien, y a traernos de Jesús su perdón, y su amistad.
Día 2. Jesús compasivísimo, que eres la luz del mundo entero. Acoge en la morada de tu piadosísimo Corazón a las almas de aquellos que no creen en Dios y de aquellos que todavía no te conocen, pero que están encerrados en el compasivísimo Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellas ensalcen la generosidad de tu misericordia por los siglos de los siglos.
María, la soledad es el lugar de tus preferencias: haz, Madre amorosa, que la amemos en verdad, pues allí, en la escuela del silencio, se aprende la ciencia del amor, del sacrifico y la abnegación cristiana, triple escala que ha de conducirnos al cielo.
Día 3. Jesús misericordiosísimo, tú mismo has dicho: Aprended de mí que soy manso y humilde de Corazón. Acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas almas llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre celestial. Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios mismo. Estas almas tienen una morada permanente en tu compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.
Madre, la humildad y la sencillez son las prendas que deseas hallar en tus devotos; bien prueba esto la elección que haces del pobre Antonio para revelarle los deseos del cielo. Implanta, Madre querida, es estos corazones que por ti laten, estas bellas virtudes para que selladas con este signo, nos admitas un día en la gloria.
Día 4. Jesús misericordiosísimo, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en tu bondad infinita.
Acógenos en la morada de tu compasivísimo Corazón y nunca los dejes escapar de él. Te lo suplicamos por tu amor que te une al Padre y al Espíritu Santo.
María, las tinieblas del pecado reinaban por todas partes cuando la luz de tu pureza inmaculada inundó la tierra de gracias y portentos. ¡Virgen purísima! Protégenos bajo tu manto, que es salvaguardia contra el vicio y el error, y nuestro corazón permanecerá incontaminado y puro, aún en medio del desorden de este mundo corruptor.
Día 5. Jesús misericordiosísimo, cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en la morada de tu compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de tu misericordia. Estas almas son fuertes con el poder de Dios mismo. En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en tu misericordia y unidas a ti, ellas cargan sobre sus hombros a toda la humanidad. Esta almas no serán juzgadas severamente, sino que tu misericordia las envolverá en la hora de la muerte.
María, Madre piadosísima, disipas nuestros temores con el lenguaje de la misericordia: “No temas, yo soy María”, es la frase que brota de tus labios y cual bálsamo benéfico nos anima. ¡Madre clementísima! Míranos con ternura y repite con frecuencia a nuestro oído esta frase alentadora, y sea tu devoción la esperanza que nos sonría en esta vida y nos estreche en el Cielo.
Día 6. Jesús misericordiosísimo, que eres la compasión misma, te traigo a las almas tibias a la morada de tu piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor puro. Oh Jesús compasivísimo, ejercita la omnipotencia de tu misericordia y atráelas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor santo, porque tú lo puedes todo
¡María piadosísima! Nos aconsejas a nosotros la mortificación y la oración, como fuente de castos pensamientos , saludables consejos y hermosas resoluciones . Danos, pues, te lo pedimos con las más vivas instancias ese espíritu de piedad y abnegación que tanto te agrada, para que así nos reconozcas por hijos.
Día 7. Padre eterno, mira con misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que están
encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Te suplico por la dolorosa pasión de Jesús, tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su sacratísima alma fue inundada, muestra tu misericordia a las almas que están bajo tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas de Jesús, tu amadísimo Hijo, ya que creemos que tu bondad y tu compasión no tienen límites.
María, que desciendes con ternura hacia el Purgatorio, te rogamos que intercedas ante el Padre por todas esas almas y las lleves pronto a la Gloria Eterna, donde contemplarán eternamente el Rostro del Padre y el tuyo, Purísima Reina del Cielo. Te ruego para que mi alma y las de todo el mundo, sean conducidas directamente hacia el Paraíso por una vida pura y llena de la Divina Misericordia.
Día 8. Padre Eterno, mira con misericordia a toda la humanidad y especialmente a los pobres pecadores que están encerrados en el compasivísimo Corazón de Jesús y por su dolorosa pasión muéstranos tu misericordia para que alabemos la omnipotencia de tu misericordia por los siglos de los siglos.
¡Madre amorosísima! Tu eres la medianera entre la justicia de un Dios irritado y la malicia de u pecador obstinado. Tu eres la que con mirada suplicante de amor desarmas la cólera del Eterno y nos lo tornas propicio. Gracia, bondadosísima Señora, concedemos la gracia de invocarte siempre con amor y confianza y aseguraremos el perdón.
Día 9. Padre Eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de tu Hijo y por su dolorosa pasión, concédeles tu bendición y rodéalas con tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
¡Santísima Madre! En este último día venimos a suplicarte de rodillas ante tu trono de amor, besando tu mano dadivosa, una triple bendición que nos asegure: la pureza de la vida, la energía para el bien y una muerte justificada en tu regazo amoroso. Sí Madre, clemente, salva nuestra alma y une a ella la de los seres que amamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.