Programa de Oración para todos los días
- Ponerse en presencia de Dios. (Señal de la Cruz)
- Lectura de la meditación y rezo del Salmo propuesto.
- Rezar el Credo
- Rezar el Santo Rosario (Ver aquí), por las intenciones del Corazón de la Virgen.
- Rezar la Consagración al Inmaculado Corazón de María (ver aquí)
- Repetir, tres veces: "María, Reina de la Paz, ruega por nosotros y por la paz del mundo entero"
Día 1: Anunciación, el abrazo del Espíritu- Consagramos nuestros actos de adhesión al Espíritu.
Meditación: Oh María, amada por el Padre antes de todos los siglos, concédeme esperar el abrazo del Espíritu para vivir en plenitud y morir como Moisés en un beso de dios. Me consagro a ti, que me enseñas el abandono al amor crucificante, a la luz que ciega para que podamos, después de haber visto la faz de Dios, seguir viviendo. Introdúceme en el intenso silencio de la nube que cubre para revelar mejor.
Oh María, que concibes a Dios en el abrazo de fuego. María, paloma acurrucada en la hondura de la roca, me consagro a tu silencio, a todo lo que en ti sea capaz de desposar a Dios.
Oh María, al pie de la cruz, me consagro a tu compasivo amor, para que el serafín que tiene la cruz, traspase mi corazón y mis miembros y que por ti, esposa del Espíritu, yo sea todo de Jesús.
Salmo 40 (39)
Día 2: Peregrinaje de la fe- Consagramos nuestras virtudes teologales.-
Meditación: Oh María, tú que has visto a Dios, tú que lo has llevado en tu seno, tú que has tocado y has gustado al Verbo de Vida, tú permaneciste sola para llevar en tus brazos a un Dios muerto, tú permaneciste sola para concentrar toda la fe del mundo, en la noche terrible en que tu Hijo descendió a los infiernos. Madre de todas las noches de la fe, me consagro a tu corazón que ha creído tanto como ha amado . Concédeme el evocar y conservar todas tus palabras y todas tus promesas en mi corazón, para que por la fe se realice de una manera tangible aquello que todavía no es visible a nuestros ojos de carne: tu presencia entre nosotros, la venida de tu Hijo en gloria y el restablecimiento de todas las cosas.
Como solo tú creíste por el mundo entero aquello que prometían las Escrituras y las palabras del ángel, concédeme el creer por todos aquellos que no creen en tu misión de estos últimos tiempos. Me consagro en tu fe, en tu esperanza, en tu caridad y en todas las virtudes que el Espíritu ha impreso en tu alma desde tu concepción.-
Salmo: 1 Sam.2, 1-10
Día 3: María, seno donde se renace del Espíritu- Consagramos nuestros carismas y dones del Espíritu.-
Meditación: María, belleza perfecta, bella fuera de la belleza del más bello de los hijos de los hombres. María, formada en el seno de Ana por el amor, el más perfecto amor. María, paloma mía, mi perfecta, en la que no hay mancha, ni egoísmo ninguno, ni retorno alguno sobre sí misma. María, bella por dentro porque fuiste conformada a la Sabiduría que se hizo un trono de tu Corazón, de tus entrañas, de toda tu alma de Madre; oh belleza, te he encontrado y no te dejaré hasta que tú me encierres de tal manera en ti, que nazca a la perfección, a la forma perfecta de Cristo.
Por el abrazo del Espíritu a la esposa del Espíritu, que se imprima en mí de una manera definitiva la semejanza perfecta, y que todos los carismas y los dones del Padre de los pobres me devuelvan la semejanza primera hasta los desposorios.-
Salmo 84 (83)
Día 4: María Consoladora, esposa del Consolador.-Consagración a la Consoladora de los afligidos.-
Meditación: María, Madre de todos los dolores, pues tú los has conocido todos, tu alma estaba muy unida a aquella de tu Hijo, cuando lloraba por Lázaro, cuya carne ya estaba corrompida a causa de la aflicción de Adán . María, tú que te afligías con todas las hijas de Jerusalén por el templo y por los hijos de tu pueblo. María, tú que vertías de tu corazón lágrimas de sangre a la hora de la agonía, tú vertías también lágrimas de fuego del Espíritu durante el primer Pentecostés y conociste la plenitud de la consolación, me consagro a tu Corazón Inmaculado, irradiando la dulce luz de todas las consolaciones del Espíritu. Oh Consoladora, esposa del Consolador, me consagro a tu infinita ternura. Oh abogada mía, la que me defiende de todas las acusaciones del demonio, justificadas por la multitud de mis pecados; oh Madre, cuyo amor concede siempre razón a sus hijos, me consagro a tu tiernísimo Corazón para llegar a ser otro consolador, un hijo tan semejante como su Madre.-
Salmo 46 (45)
Día 5: Mediación Universal- Consagración a la Mediación de María.-
Meditación: Oh María, en el momento en que la justicia divina estaba toda absorbida por el más maternal de los amores, Dios te confió todo el orden de su misericordia y el único Mediador ha querida hacer de ti la suprema dispensadora de todas las gracias, para que su Cuerpo místico viva del amor del Esposo por la esposa.
María, me consagro a ti para que mi corazón y mis pensamientos sean transparencia pura en tu mediación y que yo reciba a Dios todo, a través de ti, que eres toda de él. Me hago todo tuyo, para que yo también llegue a ser mediador de la mediadora, que todo en mí hable de ti y te honre, diga de tu belleza y de la belleza de Dios que te concibió tan admirablemente.-
Himno: Judith 13, 18-20
Día 6: He aquí a tu Madre. Acoge a María y ella te acogerá. Consagración de todo aquello que en nosotros todavía no ha sido consagrado.-
Meditación: María, te consagro todo lo que aún no te ha sido consagrado, aquello que todavía no he sabido darte, tómalo, te lo suplico Madre mía, paloma mía, amiga mía, mi toda bella. Lo que ignoro en mí y que todavía te teme, tócalo, purifícalo, invádelo. Quiero llevarte conmigo, en la más profunda intimidad de mi ser. Penetra en el aposento nupcial de mi alma, ese lugar que no puedo visitar sin ti. Esposa de Dios, despósame. Mi toda pura, prepara en lo secreto de mi noche el baldaquín de bodas para las que el altísimo me creó. Cúbreme de ti como el Espíritu te cubrió con su sombra.
Himno: Isaías 27, 2-5
Meditación: María, tu eres un ejército alineado en orden de batalla cuya única arma ofensiva es el amor de misericordia, tu sólo escudo es tu pureza inalterable. Oh Virgen María, yo quiero comprometerme en cuerpo y alma en ese ejército que levantas para librar el último combate contra la bestia devoradora de los hijos de los hombres. Tú estás de pie en medio de tus pobrecitos que son los apóstoles de los últimos tiempos, en un cenáculo vasto como el mundo, y yo expongo mi ser todo entero a las llamas del amor divino en el gran Pentecostés de amor prometido a la humanidad y que está a punto de ser engullido por el diluvio de fuego.-
Himno: Ap. 4,5
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.