El 2 de agosto celebramos a san Pedro Julián Eymard, el apóstol de la Eucaristía y fundador de la Congregación del Santísimo Sacramento. Conozcamos la vida y obra de este gran santo y pidamos su intercesión para amar con mayor profundidad el don de la Eucaristía, que es Cristo vivo entre nosotros.
Breve biografía
San Pedro Julián Eymard nació en La Mure, Grenoble, el 4 de febrero de 1811, en una familia modesta y profundamente cristiana. Desde pequeño experimentó la llamada al sacerdocio, a pesar de la oposición familiar. En una peregrinación al Santuario Mariano de Laus recibió de la Virgen la gracia de la fuerza para poder hacer frente a las adversidades que planteaba su padre, principalmente. Ingresa al Seminario diocesano de Grenoble y en 1834 es ordenado sacerdote. Cinco años después inicia una experiencia con los Padres Maristas de Lyon, fundados por el Padre Jean Claude Colin.
A pesar del gran celo apostólico y los abundantes frutos de su trabajo con los maristas, el Señor pone en su corazón un ardiente deseo de fundar una congregación para infundir en las almas un mayor amor por Jesús presente en la Eucaristía, una congregación que adore y haga adorar al pueblo de Dios. Inicia una tercera orden dentro de los maristas dedicada a la adoración eucarística reparadora, pero los planes son frustrados por su superior, el padre Colin. Pide, entonces, la dispensa de sus votos como padre marista para iniciar la Congregación del Santísimo Sacramento en París, el 13 de mayo de 1856 con aprobación del arzobispo.
Inician la congregación de forma muy pobre, en una casa pequeña y abandonada, que les dona el arzobispo de París. Pero en la capilla de esa casa inciará la exposición y adoración solemne del Santísimo Sacramento, a donde acuden muchas personas a adorar, a escuchar las prédicas del padre Pedro Julián y las vocaciones aumentan. En 1858 da inicio a la rama femenina de las Siervas del Santísimo Sacramento. Se van abriendo nuevas casas de la congregación: en Marsella, Angers, Bruselas y San Mauricio.
El padre continúa trabajando, además, en la predicación, el apoyo a los sacerdotes con dificultades vocacionales, la obra de la primera comunión para adultos, la rama para laicos adheridos a la congregación y dejará las bases para lo que más adelante serían los Congresos Eucarísticos Internacionales. A la par, hace una ardua labor de predicar a las dos congregaciones por él fundadas, infundiendo un profundo amor por el Santísimo Sacramento.
Luego de una ardua vida de trabajo, predicación y fundaciones, además de las contrariedades, persecuciones y dificultades, el padre Pedro Julián Eymard muere a los 57 años el 1º de agosto de 1868. Será beatificado en 1925 por Pío XI y canonizado por san Juan XXIII el 9 de diciembre de 1962 tras la primera sesión del Concilio Vaticano II.
Algunos textos de sus escritos para reflexionar y rezar:
Obra de Roswitha Bitterlich |
Vivamos de tal forma que se nos pueda admitir fructuosamente a la Comunión frecuente y aún diaria, para decirlo todo de una vez: perfeccionémonos para comulgar bien y vivamos para comulgar siempre. Pero, ¿la grandeza de Dios no oprimirá nuestra alma? No, antes, al contrario, en la Comunión no existe esa celestial y divina grandeza que reina en los Cielos. ¿No ven cómo se cubre Jesús para no asustarnos y para que osen mirarlo y acercarse?"
"Adoren con viva Fe a Jesús, presente en el Santísimo Sacramento, en la Sagrada Hostia que recibirán, adórenlo exteriormente con el más profundo respeto del cuerpo y la mayor modestia de los sentidos. Adórenlo también interiormente con profunda humildad, ríndanle homenaje con todas las facultades del alma diciéndole con santo Tomás a impulsos de su fe: ¡tú eres mi Señor y mi Dios!
Den gracias por don tan soberano del amor de Jesús, por esta invitación a la mesa eucarística que le dirige a ustedes, de preferencia a tantos otros mejores y más dignos de recibirlo. Ensalcen su sabiduría por haber conducido hasta ustedes tan puro como en su manantial, este río que baja por entre todas las generaciones. Bendigan su omnipotente bondad por haber sabido triunfar sobre tantos obstáculos, por no haber retrocedido ante ningún sacrificio ni humillación para darse plenamente. Ensalcen el inmenso amor que en este sacramento le reduce a la condición de víctima perpetua de nuestra salvación, de alimento divino de nuestra vida, de cariñosísimo y constante amigo en nuestro destierro, que se les unan los ángeles: invítenlos a alabar a su Dios y Rey, unidos a ustedes".
Para seguir leyendo, hacer click aquí: "Las Obras Eucarísticas" de San Pedro Julián Eymard.
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